Canino es cine necesario. En una industria carente de nuevas ideas, donde secuelas, precuelas, sagas y remakes inundan las carteleras para desánimo de muchos, poder asistir al espectáculo de situaciones que nos plantea el heleno Yorgos Lanthimos es todo un premio, una dicha, casi un milagro.

La película como tal no puede clasificarse dentro de un solo género, tampoco creo que pueda calificarse como surrealista, no lo es, la cinta tiene un guión, una trama, unos personajes con un rol perfectamente definido y una historia que por inusitada e insólita puede provocar la mayor de las aberraciones o el sentimiento de haber contemplado la obra de un verdadero genio. Canino no concede el término medio, de eso no tengo ninguna duda.

Tengo la sensación de haber visto un experimento sociológico, un estudio de la mente humana trasladado a la gran pantalla.
El mero hecho de que un matrimonio quiera aislar de todo conocimiento de la vida real a sus tres hijos me parece todo un ensayo, una tesis sobre la que pensar y reflexionar en la cantidad de resultados y consecuencias que podría generar.
Y es lo que hace el griego, ni más ni menos. La película nos cuenta alguna de las situaciones que provoca la educación recibida por estos tres hijos bajo los criterios que marca el cabeza de familia (esto es otro debate aparte) y el resultado de tenerlos encerrados en una gran finca rodeada de vallas altas para que no puedan divisar nada del mundo exterior. Eso sí, con un espectacular jardín.

Provocadora? Sí, mucho. Arriesgada? Sí, afortunadamente. Transgresora? Lo es la conducta del matrimonio, nada más. Descabezada? Para nada, pese a la irrealidad que viven los personajes y lo absurdo de muchos trances de la película, todo está perfectamente medido.
Vuelvo a reiterar que quizás lo más complicado sea empeñarnos en clasificarla, adjetivos como surrealista, minimalista, experimental.. tienen cabida pero ninguno por sí solo puede definirla.

Del reparto, me quedo por encima de todos con el hijo mayor, Hristos Passalis. Traslada mejor que ninguno ese estado de ferviente inocencia, una mente infantil en estado puro metida en un cuerpo de adolescente.

Canino contiene secuencias inolvidables, repleta de situaciones delirantemente tragicómicas, fruto del elaborado guión y su magnífica trama. No creo que sea un puñetazo directo al estómago como he llegado a leer por ahí sino más bien el producto de una mente prodigiosa.

Soberbia, un 8,5