Lo imposible, la película más increíble del 2012 a pesar de estar basada en hechos reales.
En cierto modo, me recordó a Más allá de la vida, de Clint Eastwood: a partir del tsunami, fui incapaz de tragármela entera, pese a su calidad visual. De repente, el mundo entero desapareció, y sólo existía una familia separada sobreviviendo en las circunstancias más adversas y cruelmente soporíferas.
Realmente, lo poco o mucho que emocione, no lo consigue por mérito propio. A parte de los recursos ya mencionados (música impactante, primeros planos de sus expresiones faciales, heridas desgarradoras, gritos histéricos, abrazos de lágrima fácil) no olvidemos que es una historia real. Aunque hubiera sido una película mediocre, ya veníamos predispuestos a sufrir.
Lo peor. Dedican interminables minutos al "no saber" de una familia cuyo final se conoce de antemano, mientras la tragedia entierra al resto de la población en un segundo plano. Su sufrimiento aparece aislado en un escenario demasiado reducido, por muy impresionante que sea éste. Mejor sería un documental en memoria de todas víctimas.
Para rematar la faena, no contratan actores españoles para interpretar a una familia española. Y mira por dónde, nominada (con un presupuesto de 30 millones de euros).