Sin duda, al menos yo no la tengo, estamos ante una película que parece realizada para ser premiada. Un director magnífico, un ejercicio de estilo y virtuosismo técnico impecable, un diseño de producción magnífico. Ese plano secuencia, con sus trucos, que atrapa al espectador y le lleva de la mano de los dos protagonistas, flojitos y sin carisma, caminando entre campos destruidos, trincheras abandonadas, cuerpos destrozados.

El problema de la película, en mi caso, es que no me emociona. Le faltan buenos diálogos, implicar algo más a los protagonistas y su historia con el espectador. Los alemanes que aparecen son demonios sin alma, traidores y asesinos; los británicos son abnegados y luchadores, unos patriotas. Todo muy estereotipado.

Solo al final se ilumina un poco la faceta interpretativa con apariciones como la de Cumberbatch. No nos equivoquemos en compararla con SENDEROS DE GLORIA porque no lo es. Es más, hay una parte hacia el final del film, que se hace largo, por cierto, en la que parece un simple vídeojuego.

No es mi cine, ciertamente, no me emociona, aunque valoro en lo que merece la dirección y puesta en escena. Pero me quedo con el Mendes de CAMINO DE PERDICIÓN, de largo.