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Luis Guillermo Cardona rating:
10
Horror. Sci-Fi. Drama Henry "Harry" Jekyll is a well respected member of London society. In his personal life, he is pre-engaged to Muriel Carew, the daughter of a brigadier general. In his professional life, he is a medical doctor, scientist and academician. He theorizes that in each man is a good side and an evil side which can be separated into two. In doing so, the evil side can be controlled and the good side can live without worry, in combination ... [+]
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  • es
May 27, 2014
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El ser humano no puede, en ningún sentido, simplificarse a los conceptos de bueno y malo, por el clarísimo hecho de que todo hombre, o mujer, lleva dentro de sí cualidades, potenciales, defectos y restricciones, que afloran de tanto en tanto según sean las circunstancias en que se encuentre inmerso(a). Pueden, en cada persona, prevalecer unas u otras inclinaciones, pero, en determinadas eventualidades, el hombre considerado bueno podría actuar como un déspota o un malvado, y el hombre supuestamente malo, podría dar prueba de una bondad y una dignidad insospechadas.

Con rigor, no puede hablarse de que haya dos entidades opuestas que nos habitan y menos que éstas puedan separarse para que cada una viva independientemente con todos sus extremos. Pero si puede el hombre ser ángel de día y demonio de noche, cuando su polo oscuro posee tanta, o mayor intensidad, como su polo de luz. Objetivamente, el ser humano es una entidad tripartita: Espíritu, mente y cuerpo, con potenciales que, en primer término, permiten catalogarlo como un heredero forzoso. Hereda cualidades y talentos, debilidades y falencias que cultivó en vidas pasadas y al tiempo carga con rasgos de carácter que heredó genéticamente de sus padres y de los cuales le es muy difícil sustraerse. En este sentido, es que me atrevo a afirmar que todo hombre es, a su manera, un poseso.

El mal –como ya lo demostrara brillantemente, Albert Einstein- no existe. Así como la oscuridad es ausencia de luz, el mal es carencia de entendimiento y alejamiento de la Unicidad. Pero nada de lo que el hombre pueda hacer, puede llevarlo a que pierda, definitivamente y para siempre, su legítima grandeza y su hálito de divinidad.

<<EL HOMBRE Y EL MONSTRUO>>, es una novela relevante y una magnífica película, en el sentido de que nos induce a reflexionar sobre esos "dos lobos" (bueno y malo) que todos sentimos dentro y que, como dicen los hindúes, "el que dominará en mí será aquel al que yo alimente". Muy sabiamente, y distanciándose un tanto de los conceptos del siglo XIX de que se sirve el autor de la novela, Robert Louis Stevenson, el director Rouben Mamoulian, nos recrea a Jekyll como el civilizado profesional (médico) de corazón grande, que decide jugar a alimentar sus instintos primarios y secretos, y así nace Hyde (asociable al inglés, hide=oculto), el hombre primitivo (la caracterización física nos remite enseguida al hombre de Neardenthal) que, ajeno a la conciencia y al autocontrol, da rienda suelta a un afán posesivo, egoísta y malvado, que fácilmente se extralimita. ¿La pócima? Podría ser cualquier sustancia psicoactiva que produzca desinhibición y embotamiento de la capacidad de raciocinio.

El filme da cuenta, una vez más, de un director innovador y hábilmente recursivo (magnífica ambientación, efectos de maquillaje, composición de imágenes...) y es indudable que nos pone a pensar, muy en serio, sobre los misterios de la esencia humana.

En contra de los productores, que querían a, Irving Pichel, como protagonista, Mamoulian consiguió imponer a Fredric March (a quien ellos consideraban un comediante) y el resultado fue una magistral interpretación dual, que terminaría galardonada con el premio Oscar; y merecido reconocimiento a, Miriam Hopkins –quien prefería en principio el rol de Muriel Carew, la prometida de Jekyll-, quien termina encantándonos y sorprendiéndonos como la coqueta víctima de los desmanes de Mr. Hyde. Con todo, queda reconocer que, Rouben Mamoulian, ha logrado aquí una verdadera joya cinematográfica.
Luis Guillermo Cardona
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