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Luis Guillermo Cardona rating:
6
Language of the review:
  • es
October 25, 2013
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En compañía de su primo Eustace, Sam Marlowe (cualquier “parecido” con el famoso detective Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler, podría ser intencional) viaja a la New York de 1920, para pedir en préstamo a una tía una casa veraniega que ella tiene en Inglaterra. Eustace planea casarse en secreto y la casa de la tía podría ser un buen lugar para pasar una luna de miel… pero la tía descubrirá sus intenciones y con los crespos hechos los manda de regreso a su tierra natal, sirviendo el viaje en el buque para que, Marlowe, conozca a Billie la prometida de Eustace… y sus corazoncitos se sientan atraídos el uno por el otro.

“LA CHICA DE A BORDO” es una comedia de enredos, sorpresas y una que otra locura, basada en una de las muchísimas novelas humorísticas que escribiera Sir Pelham Grenville Wodehouse, familiarmente conocido como P.G. Wodehouse (1881-1975) de quien, entre otras novelas, ya han sido llevadas al cine “La mariposa de oro” (Michael Curtiz, 1926) y “Señorita en desgracia” (George Stevens, 1937) siendo de esta última, también el autor del guión.

Pero el cuento es que ésta, como el común de las historias de Wodehouse se centra más en un humor intelectual que físico, más en situaciones enrevesadas que en gags de cualquier tipo, y por esto, resulta raro y “decepcionante” para los seguidores de Norman Wisdom, verlo aquí en un rol que se sale casi por completo de su habitual estilo. Solo la escena de la llamada engañadora y el momento en que se viste con la armadura, nos recuerdan a plenitud al clown de siempre, porque de resto vemos a un personaje en líos pero sin premuras ni slapstick a bordo.

“LA CHICA DE A BORDO” fue la única película que dirigió Henry Kaplan, un director estadounidense sin demasiado talento, que empezó y terminó haciendo episodios de series televisivas, y aunque el resultado no es nada memorable, el filme resulta entretenido, siendo lo más rescatable la presencia de Millicent Martin una chica de aire ingenuo que resulta muy simpática en su rol de mujer confundida entre tres tontos enamorados.

Serviría esta asentada comedia, para dar un descanso al clown que había en Norman Wisdom quien, al año siguiente, iniciaría otra buena etapa en su particular estilo, con títulos como “El tigre de Scotland Yard”, “Enfermero a la fuerza” y la excelente “Pájaro mañanero”.
Luis Guillermo Cardona
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