No pretendo aportar nada nuevo en esta crítica. De hecho, no sé siquiera si puede considerarse crítica. Estas son mis sensaciones 15 minutos después de terminar el último episodio de "Six Feet Under". Todavía trato de asimilar todo lo que envuelve a esta serie. Esta experiencia vital, vida y muerte, alegría y decepción, de locura, de miedos y fobias, de amores y desamores, fracasos y éxitos. Una óptica tan global de lo que es la VIDA (así en mayúsculas) desde el punto de vista de diferentes personas, desde el complejo estudio de las diferencias emocionales de todos los personajes que hacen de la serie, una experiencia vital, un espejo donde mirarse en ciertos momentos de la vida de uno mismo. Una radiografía tan espeluznante de la condición humana, que resulta complejísimo de explicar, analizar y de resumir, porque cuando me preguntan de qué va la serie, no sé cómo sintetizarlo para que pueda trasladar lo que envuelve toda la historia.

Queda poso de cada personaje, quedan frases, actitudes, reflexiones, sentimientos, etc., que reconocemos en nosotros mismos. La evolución en cinco temporadas de cada uno de ellos, especialmente de los más protagonistas: Nate, David, Claire, Ruth, Brenda, Rico, Keith, Billy, y un largo etc., de personajes que enriquecen las tramas, están tan bien tratadas, que nadie es bueno o malo siempre, o simpático y agradable, o cuerdo o loco siempre. Esa evolución que se ve en Nate, querido y odiado en ciertos momentos, o en Claire, esa manera de vivir de Ruth Fisher, y sus cambios de humor, la complejidad para entender a David, sus problemas de identidad iniciales, su debilidad o fortaleza, su sensiblería o valentía. Las apariciones de Nathaniel padre; ¡qué personaje!. Un auténtico "show" y gran aportación en pocas apariciones. Brenda y todo lo que envuelve su vida, tornándose en un personaje tan crucial como necesario, como cualquiera de ellos, pero quizá el menos prescindible para poder llevar a la serie a buen puerto.
Los ataques a la hipocresía, con finura, con negrura, los ataques a la sociedad, al cinismo y las apariencias. Políticamente incorrecta , puro estilo HBO.

El vacío que me deja la serie es proporcional a la magnitud de su guión, de su fotografía, de su surrealismo, y del mundo de los sueños, de sus tramas y de sus personajes. Es tan grande, que siento que difícilmente podré ver una serie tan completa y compleja como esta. Supera todo para agrandar el círculo que abarca, y hacerlo extensible a todo el mundo, en cualquier momento, en cualquier familia de cualquier condición. La extravagante familia Fisher-Chenowith, son parte de mi bagaje, no sé si cultural, pero seguro que sí televisivo de por vida. Se ha convertido ya en otra de mis series imprescindibles, rizando el rizo en un final simplemente a la altura de muy pocas mentes privilegiados que pueden hacer esto con una cámara, un guión y un elenco de actores muy bien escogido.