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Spain Spain · Madrid
skowac rating:
2
Comedy. Fantasy Jerry (Jack Black) is a junkyard worker who attempts to sabotage a power plant he suspects of causing his headaches. But he inadvertently causes his brain to become magnetized, leading to the unintentional destruction of all the movies in his friend's (Mos Def) store. In order to keep the store's one loyal customer, an elderly lady with a tenuous grasp on reality, the pair re-create a long line of films including The Lion King, Rush ... [+]
Language of the review:
  • es
August 7, 2008
11 of 19 users found this review helpful
Me vais a perdonar, pero me ha parecido una puta mierda; conmovedora y desesperante en unas proporciones muy muy muy desajustadas. Hubiera salido del cine al cuarto de hora, pero es que hacía un cuarto de hora que había dado en la taquilla un billete de 50 y me devolvieron dos de 20 y algo de calderilla. Al menos saber, que para la próxima vez, un paseo, un cigarrillo y una cerveza cuestan menos pero valen más, y no hay que sufrir por las salidas prematuras de los sitios. Que se lo pregunten a Camacho. Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero, dice el refrán, y no, nos lo han dicho mal, es al revés. Aparte, confieso mi fobia personal hacia Jack Black, por si tenéis a bien aceptarlo como coartada.

La plasticidad visual y paisajística de algunas tomas se olvidan, las ganas de llegar a casa y pincharte un disco de Fats Waller (o ponerlo a bajar) tienes que aparcarla hasta que olvidas la película, o cuestionarte si saldrá en VHS, las ganas de pasar el dedo por el tomo de tu colección de VHS la dejas hasta el próximo homenaje, que si las metáforas vitales de los efectos especiales y todo eso, la manufactura, el estajanovismo por amor a la profesión... estoy desbordado por esta emoción tan tosca.

La idea, el concepto inicial, el homenaje, la subversión se agradecen enormemente, pero todo ello es el plato que ves que come tu vecino de mesa en el restaurante y que a ti te llega disminuido, frío y un cuarto de hora tarde. Salí del cine pensando en solucionar mis problemas con el masoquismo, pues se veía como el Guggenheim al final de una recta de trescientos metros en el desierto, el póstumo homenaje lacrimógeno a la entrada del museo, la nausea. Total, para no aclararnos la curiosidad de saber si para Michel Gondry entre el honor y el dinero, quién es quién y quién es ciego.
skowac
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