XXY es una de las películas más elogiadas del último cine argentino. Su mayor virtud es que pone sobre la mesa un tema poco o nada tratado en el cine, como es el hermafroditismo. Lo hace de forma pudorosa y delicada, pero también contundente.
Lucía Puenzo nos cuenta la historia de forma progresiva, de tal forma que el espectador (siempre y cuando no conozca el argumento con anterioridad) irá descubriendo poco a poco una historia compleja, en la que los protagonistas se enfrentan a una situación casi única. Esto da pie a que la película nos hable del ser diferente, de la libertad de elegir, del miedo al que dirán.
La película resulta, además de sensible, excesivamente prudente. Sabiendo que trata con un tema muy delicado, hay momentos en los que la realizadora y guionista se muestra tan comedida que la película puede resultar un tanto hermética. Echo de menos que se hable más (algo raro tratándose de una película argentina), que los personajes se expresen de forma más visceral y emotiva sobre una situación que debería llegar a tocarles el corazón.
La directora se deja llevar por un estilo sosegado y elegante que se adapta muy bien a esa prudencia del relato a la que me refería antes.
Del reparto de la película destacan por sus buenas interpretaciones, y por ser los personajes más elaborados e interesantes, los dos adolescentes, Inés Efron y Martín Piroyansky. En cambio los personajes adultos son los que se muestran menos definidos, incluso anodinos en algún caso, lo que se refleja también en el trabajo de los intérpretes.