No es un rollo exactamente, de hecho es moderadamente amena y aporta algún detalle interesante sobre la gestación de Psicosis, el problema es que pone el acento en la vida matrimonial de Hitchcock, y la exhibe como si fuera la típica relación conyugal de una comedia romántica de tercera, con sus topicazos, tiras y aflojas y toneladas de Mimosín. Y hacer eso en un tipo tan atormentado, tan desapasionado con su mujer, tan consumido por sus frustraciones sentimentales y sexuales, tan proclive a febriles enamoramientos y erecciones con las actrices que dirigía... en fin, hacer eso no es un rollo, no, más bien es un ultraje.

Mi momento favorito no tiene nada que ver ni con Hannibal Lecter ni con Helen Mirren, de hecho, sino que es la irrupción del ídolo de la adolescencia de Motta, Anthony Perkins. El actor que le representa guarda un parecido asombroso, y es bonito ver la entrevista que mantuvo con el gordinflón para adjudicarse el papel. Naturalmente, el biopic es tan torpe y superficial que no indaga mucho más en este pobre diablo.

Que lo haya firmado el mismo tipo que nos brindó algo tan sincero y auténtico como el documental de Anvil hace sangrar los ojos, por cierto.