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TOM REGAN rating:
8
TV Series. Mystery. Drama There are few truly unifying events in American life. When something happens that makes the entire country stop and take notice, we remember it forever. Everybody remembers where they were when O.J. Simpson, riding in a white Bronco, led the police on a low-speed chase all over Los Angeles. This marked the emergence of the 24-hour news cycle and the birth of reality television.
Language of the review:
  • es
August 5, 2016
25 of 29 users found this review helpful
138/21(26/07/16) Notable serie del canal FX, radiografía con excelente factura técnica uno de los casos judiciales más sonados de la historia estadounidense. El caso del ex jugador de fútbol americano y actor O.J. Simpson, el 13 de Junio de 1994 fue acusado de asesinar a su ex mujer Nicole Brown Simpson y al camarero (supuesto amante de ella) Ronald Goldman. A través del caso se hace una deconstrucción sangrante de la sociedad norteamericana, sobre el distorsionador rol de los medios de comunicación, la fama generada por personajes involucrados, las tensiones raciales (marcado en el prólogo de la serie con imágenes de los disturbios producidos en Los Ángeles en 1992 con motivo de la sentencia absolutoria a los policías que pegaron a un indefenso detenido, Rodney King) , historia que mantuvo a millones de americanos enganchados a sus televisores (gracias a que el juez lo permitió) durante más de un año, en octubre de 1995, se cerró el caso. Producida por Ryan Murphy (“American horror story”), y con ingenioso guión de Scott Alexander y Larry Karaszewski, coguionistas ambos de “Ed Wood”, basándose en el libro de 1996 del escritor Jeffrey Toobin “La ejecución de su vida: El Pueblo v OJ Simpson”, este ha ejercido de consultor para la serie. Fresco poliédrico del caso, abordando desde una postura objetiva los acontecimientos, no presuponiendo nada, no hay flash-backs que aclaren nada, nunca conoceremos a las víctimas, con lo que no empatizaremos con ellos, tampoco seremos manipulados, nos atenemos a una visión neutral, con la dificultad que todos (supongo) conocemos el final, pero sabiendo subsanarla con un desarrollo fluido, ágil, inteligente, en que el espectador en todo momento es tratado como mayor de edad, capaz de sacar sus propias conclusiones, y con un elenco actoral que hace radiante y merecida ver la serie. La productora en el tráiler: “Usted lo ha visto todo, pero no se sabe ni la mitad”.

Collage muy sugestivo, se dan cita los diferentes personajes, el acusado, el equipo (llamado “Dream team”) de abogados defensores), fiscalía, policía, periodistas, testigos, amigos, en un mosaico atractivo, en que se tocan temas como asesinatos, sentimientos de culpa, violencia de género, tensiones raciales, conspiraciones, la corrupción policial, el machismo imperante, escándalos de famosos, lo maleable de la justicia, el aprovechamiento de desgracias en mísero beneficio propio, esto tratado de modo punzante, en un lienzo desolador de la sociedad década de los 90, embrión del sensacionalismo televisivo. Pero sobre se entrelazan de forma retorcida el racismo con la celebridad, donde lugar a que el juicio se convirtiera en un circo de varias pistas, donde lo importante no es la verdad si no lo capacidad de manipulación que tengas, cumpliendo la máxima de tendrás tanta justicia te puedas pagar, y Simpson se pagó mucha. Todo filtrado con sentido pulcro, no hace juicios (valga la redundancia) de valor, no hace hagiografía de ninguno de los protagonistas, todos son delineados con defectos, con matices, con aristas, es decir, muy humanos, enmarcados en situaciones que fluyen con vigor. Tiene la cualidad de a pesar de ser un caso hiperconocido lo encaran desde desiguales, se afronta un capítulo para la famosa huida a ninguna parte en el bronco de OJ, dedican otro episodio al jurado y su complicada convivencia entre ellos y como son manejados cual peones en juego de ajedrez por los abogados, otro a como los medios de comunicación rezuman machismo, demostrado en el episodio “Marcia, Marcia, Marcia”, otro a la importancia de ser negro en una sociedad blanca, otro al icónico guante, otro al policía racista, y todo con gran sentido orgánico, muy cuidado, con esmerado mimo, desde los asesinatos, la acusación, la formación del equipo de abogados, las luchas de egos entre estos divos defensores, la resonancia mediática, la elección del jurado, el uso perverso del racismo, el juicio, las pruebas, los testigos, ello en un fascinante increscendo dramático, con picos formidables (la huida por autopista televisada, que incluso interrumpió la final NBA por tv, los guantes negros, el testimonio de Mark Fuhrman, el veredicto final...), con un desarrollo dotado de intensidad, que salpica sagazmente dosis de humor que otorga naturalidad al relato.

Fenomenal puesta en escena, con un notable diseño de producción Jeffrey Mossa (“Terminator: Genesis”), y Richard Sherman (“La saga Crepúsculo: Amanecer”), rodándose íntegramente en diferentes lugares de Los Ángeles, transmite realismo, mas a un veraz diseño de vestuario de Hal Bahmet (“Casa de arena y niebla”), esto enaltecido por la estupenda fotografía de Nelson Cragg (“Homeland”), en tonos cuasi-sepia, hace brillante labor para trasladarnos a este tiempo, añadiendo dinamismo, espléndidos primeros planos que exprimen lo mejor de cada actuación, con planos generales que captan el bullicio y la expectación del gentío, bien sea en la sala del juicio o en la calle, todo esto sumado da una gran postal.

Los actores despliegan tremenda veracidad. Cuba Gooding Jr. sabe imprimir ambigüedad moral a su rol de OJ, narcisista, arrogante, frágil, alterna con complejidad en un arco de desarrollo creíble, sabiendo emitir esos momentos bajos con los de furor. Sarah Paulson está magnífica como la fiscal, transmite frescura, debilidad, angustia y ello con gran personalidad, teniendo que moverse entre su vida privada, envuelta en un divorcio con la custodia de los hijos de por medio, y la presión de los medios por un popular juicio. Courtney B. Vance como el carismático Johnnie Cochran, lo encarna con vigor, con energía, con auto convicción, con electricidad, tipo que se convirtió en un personaje público tremendo, que el actor mimetiza en su grandilocuencia histriónica, que no sobreactuación, pues el tipo real era así, simpático, divertido, demagógico, manipulador, egocéntrico, y sobre todo muy inteligente, y todo eso lo irradia el intérprete de modo sólido. (continua en spoiler)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
TOM REGAN
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