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saudade rating:
1
6.2
3,218
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- es
September 10, 2010
80 of 141 users found this review helpful
La primera vez que tuve noticias de esta cinta fue en un tráiler previo a una gran película. Ciertamente me quedé con la boca abierta, junto con mi marido y cuando llegué a casa, busqué toda la información que me fue posible en internet, quería comprobar que lo que había visto era cierto, que no me habían engañado mis sentidos. Como última comprobación, y sin que el cine Español sea santo de mi devoción, compro mi entrada y me dispongo a ver la película.
Durante toda la película siento un mar de emociones que me llega a sobrepasar en muchos momentos, pero no creo que ninguna se pueda identificar con las que su director haya querido transmitir a lo largo del metraje.
Para empezar, se mezclan muchos temas que son totalmente independientes y sin relación ninguna en la vida real, como la muerte, la homofobia, la protección, el travestismo y la responsabilidad; pero que el director lo quiere hacer formar parte de un todo que más que hacer aguas, mantiene muy poco seco.
La historia ya es conocida: una mamá muy joven se muere a causa de un ataque epiléptico dejando a su hija de cuatro años y a su marido solos. Una hija que la extraña, o eso parece, y un marido que es homófobo y no se acuerda de ella en ningún momento.
A partir de esa experiencia, el marido, prometedor y paniaguado abogado, se crea una identidad tremendamente currada enarbolada por unos labios rojos, para hacerse pasar por madre de la pequeña, para que ella no extrañe a aquella persona con la que compartía juegos, risas y secretos.
Claro, desde ese momento el padre comprende a los gays, a los travestis, a los padres divorciados y se hace una gran persona al tiempo que a su hija le hace un flaco favor.
La moraleja absolutamente denigrante que encuentro en este bodrio es que, ya no sólo vivimos en un mundo de usar y tirar, si no que las personas nos hemos vuelto parte de ese juego: te falta tu mamá, tu amiga, tu sonrisa, tu sustento, pero si veo unos labios rojos leyéndome un cuento, ya no importa mamá, porque mamá puede ser cualquiera; la identidad deja de ser valor, para convertirse en moneda de cambio.
Nadie te hace ver que ella ha sido un ser único y especial, nadie te va a impedir que se te borre ni uno solo de los recuerdos que atesoras de ella, sólo con que papá se ponga su camiseta ella no se habrá ido y estará contigo en la habitación cada vez que quieras. Da igual que mamá fuera cariñosa y papá no; da igual que ella te salvara del monstruo metiéndolo en la bolsa mágica y papá no vea fantasmas; es tan sencillo reemplazarla como ponerse una peluca y base de maquillaje.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO.
Durante toda la película siento un mar de emociones que me llega a sobrepasar en muchos momentos, pero no creo que ninguna se pueda identificar con las que su director haya querido transmitir a lo largo del metraje.
Para empezar, se mezclan muchos temas que son totalmente independientes y sin relación ninguna en la vida real, como la muerte, la homofobia, la protección, el travestismo y la responsabilidad; pero que el director lo quiere hacer formar parte de un todo que más que hacer aguas, mantiene muy poco seco.
La historia ya es conocida: una mamá muy joven se muere a causa de un ataque epiléptico dejando a su hija de cuatro años y a su marido solos. Una hija que la extraña, o eso parece, y un marido que es homófobo y no se acuerda de ella en ningún momento.
A partir de esa experiencia, el marido, prometedor y paniaguado abogado, se crea una identidad tremendamente currada enarbolada por unos labios rojos, para hacerse pasar por madre de la pequeña, para que ella no extrañe a aquella persona con la que compartía juegos, risas y secretos.
Claro, desde ese momento el padre comprende a los gays, a los travestis, a los padres divorciados y se hace una gran persona al tiempo que a su hija le hace un flaco favor.
La moraleja absolutamente denigrante que encuentro en este bodrio es que, ya no sólo vivimos en un mundo de usar y tirar, si no que las personas nos hemos vuelto parte de ese juego: te falta tu mamá, tu amiga, tu sonrisa, tu sustento, pero si veo unos labios rojos leyéndome un cuento, ya no importa mamá, porque mamá puede ser cualquiera; la identidad deja de ser valor, para convertirse en moneda de cambio.
Nadie te hace ver que ella ha sido un ser único y especial, nadie te va a impedir que se te borre ni uno solo de los recuerdos que atesoras de ella, sólo con que papá se ponga su camiseta ella no se habrá ido y estará contigo en la habitación cada vez que quieras. Da igual que mamá fuera cariñosa y papá no; da igual que ella te salvara del monstruo metiéndolo en la bolsa mágica y papá no vea fantasmas; es tan sencillo reemplazarla como ponerse una peluca y base de maquillaje.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Me parece el mensaje más penoso, grosero y despiadado de cuantos se hayan dado en el cine; mezclado con las puyitas de siempre y los modernismos de siempre, o con nosotros o en nuestra contra, sólo hay una verdad.
Mi verdad no es esa, y ni soy homófoba, ni estoy en contra de los travestidos; mi verdad es que las ausencias duelen y ella ha sido y será siempre irreemplazable, la huella que las personas hacen en nosotros son indelebles por suerte y sus recuerdos tesoros que han de ser guardados en la habitación con mejores vistas de nuestra alma; así funcionan las cosas y todo NO vale.
Pero ¿de qué me extraño si estamos creando la sociedad del “todo vale”, la sociedad del “todo lo que tu quieras”, todo lo necesario para que no se traumaticen los pequeños, no se depriman los adultos y desaparezcan lo antes posible los ancianos? Es evidente, Achero, tu argumento jamás podría funcionar conmigo, yo no me lo he tragado, yo no he visto valentía ni emoción; tan sólo me he limitado a asistir atónita a una nueva degradación de la especie, a una nueva ayuda para la involución y ayuda al pensamiento único.
Definitivamente no formo parte de aquellos que ven emoción en estercoleros.
Lalá, te echo de menos a morir, y ese lugar de mi corazón que es tuyo no lo ha ocupado nadie, bastante lleno me lo dejaste con cada segundo que pasaste a mi lado, y que me supo tan corto…
Mi verdad no es esa, y ni soy homófoba, ni estoy en contra de los travestidos; mi verdad es que las ausencias duelen y ella ha sido y será siempre irreemplazable, la huella que las personas hacen en nosotros son indelebles por suerte y sus recuerdos tesoros que han de ser guardados en la habitación con mejores vistas de nuestra alma; así funcionan las cosas y todo NO vale.
Pero ¿de qué me extraño si estamos creando la sociedad del “todo vale”, la sociedad del “todo lo que tu quieras”, todo lo necesario para que no se traumaticen los pequeños, no se depriman los adultos y desaparezcan lo antes posible los ancianos? Es evidente, Achero, tu argumento jamás podría funcionar conmigo, yo no me lo he tragado, yo no he visto valentía ni emoción; tan sólo me he limitado a asistir atónita a una nueva degradación de la especie, a una nueva ayuda para la involución y ayuda al pensamiento único.
Definitivamente no formo parte de aquellos que ven emoción en estercoleros.
Lalá, te echo de menos a morir, y ese lugar de mi corazón que es tuyo no lo ha ocupado nadie, bastante lleno me lo dejaste con cada segundo que pasaste a mi lado, y que me supo tan corto…