Click here to copy URL
Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Neathara rating:
7
Drama The dawn of the XXth century: L'Apollonide, a house of tolerance, is living its last days. In this closed world, where some men fall in love and others become viciously harmful, the girls share their secrets, their fears, their joys and their pains. This is the life in an elegant Parisian brothel in the early twentieth century. The madam essentially owns the women: their expenses exceed earnings, they are in debt. They face problems of ... [+]
Language of the review:
  • es
August 28, 2012
19 of 22 users found this review helpful
Hay un largo trecho entre la glamurosa visión del burdel de época en el cine a lo que muestra Bertrand Bonello en 'L'Apollonide'. Su mirada es sensorial y divaga, subiendo desde las tristes estancias inferiores donde las chicas hacen su vida no laboral hasta ese perenne salón sobrecargado de cortinones y terciopelo en el que desfilan, noche tras noche, para solaz de la clientela. Lo interesante no es realmente su retrato (y denuncia) de una horrible forma de subsistencia. El mensaje ya lo tiene el espectador bien mascado y los subrayados -principales y quizás únicos errores de este inquietante túnel del horror vaginal - no aportan nada más que la obligación moral de sentirse aleccionado.

El mensaje no es necesario porque está ahí, imbricado en la sempiterna penumbra de la casa de tolerancia. Se huele en los perfumes y jabones que no acaban de lavar nunca los rastros de semen; se percibe en el sonido de las sobrecargadas telas, en el crujir de las enaguas, en el clic-tras-clic de los corsés; se saborea y se suda en las mecánicas sesiones sexuales. Es, el burdel, un lugar donde se vive durante dos horas y no demasiado a gusto. Podría haberse rodado, casi en silencio, porque habla de todos los aspectos que puedan imaginarse los profanos de las vidas de unas prostitutas del siglo XIX con el mero apoyo de unas imágenes no portentosas, pero sí incisivas y sutiles. En ocasiones, de curiosa belleza.

Falta quizás movimiento. Los anacronismos no terminan de encajar. A veces parece más una sucesión de postales de la belleza y la degradación que una colección de vidas en movimiento.

Aun así es una película que vale la pena ver, aunque sólo sea para salir después al aire libre, respirar y dar las gracias a cualquiera que sea tu dios por ser quien eres, aunque no sea mucho.
Neathara
Did you find this review interesting and/or helpful?
arrow