La cámara nos muestra una luna llena que aparece entre las nubes, iluminando con su luz resplandeciente una plantación de caucho. Mediante un maravilloso travelling vemos los dos mundos que conviven en esa tierra: el de los empleados de la plantación, y el de los hacendados que viven en una inmensa mansión de la que de repente se desata el infierno en forma de disparos. Una mujer, de nuevo iluminada por la luna (ojo a la fotografía de Tony Gaudio), dispara sin consideración alguna y vaciando el cargador a un hombre. Este hecho será el comienzo de una historia en el que los engaños y las traiciones nos llevarán de una trama a otra, de una suposición a la contraria, en la que sospecharemos, pero nunca llegaremos a conocer del todo a sus protagonistas.
La segunda colaboración de Bette Davis con William Wyler toma como punto de partida una novela de Somerset Maugham , dramatizada a partir de una historia corta que apareció por primera vez en su colección de 1926 The Casuarina. La cual ya se había llevado a la pantalla en 1929
La historia que comienza con un asesinato, se centra desde el primer momento en la figura de su protagonista femenina, una inmensa Bette Davis que vuelve a llenar la pantalla con su sóla presencia. Su personaje arrastrará al resto a un camino sin salida lleno de mentiras.
La historia nos hará llegar a través de la excelente narración de Wyler a un final idéntico al inicio de la historia, el cual cierra un círculo que quizá nunca se tuvo que abrir.