Este filme marcó un antes y un después en la historia del cine, no sólo por la propia historia, concebida por James O'Barr en cómic en el 89, sino por la intrahistoria de la propia grabación, ya que Brandon Lee murió tiroteado en una de las escenas, y tuvo que acabarse el proyecto usando tecnología por ordenador, dobles, escenas sombrías y juegos de planos.

Los que nos considerábamos incondicionales de su padre, sentimos la necesidad de acudir en masa a las salas a rendir nuestro particular homenaje, en el nombre del hijo y del padre.

Y nos encontramos con algo maravilloso, una historia magníficamente desarrollada, con unos personajes perfectamente adaptados al sombrío mundo que se nos mostraba, y una banda sonora que te absorbe en medio de la noche del diablo. Cubierta de un romanticismo gótico, propio de otras épocas de honor, valores, venganza del caido, marcó a toda una generación de adolescentes que cayeron atrapados por la inmejorable estética y la belleza del propio cuento, ya que no se puede calificar sino de eso, de cuento mágico.

El cuervo se convirtió de inmediato en un filme de culto para millones de personas en todo el mundo, identificadas con el personaje de Eric Draven, y su dramática historia, identificadas con Brandon Lee y su trágico final.