Después de diez años de meticuloso trabajo, la novelista Karen Eiffel (Emma Thompson) está a punto de completar su último, y potencialmente mejor libro. El último desafío que le queda es pensar cómo matar a su personaje principal, Harold Crick. Lo que no sabe es que Harold Crick (Will Ferrell) está inexplicablemente vivito y coleando en la vida real, y, de repente, es consciente de sus palabras. La ficción y la realidad chocan cuando el desconcertado y reacio Harold escucha lo que tiene en mente y se da cuenta de que debe encontrar un modo de cambiar el final (que es el de él mismo).
Más extraño que la ficción parte de una premisa más que interesante, ¿qué ocurriría si descubrieras que eres el protagonista de una novela y que el autor quiere que mueras en breve? Un planteamiento que se desarrolla entre la comedia y el drama, con ciertos toques existenciales y una reflexión sobre la creación literaria. La idea de una fuerza superior que controla nuestras vidas ya ha sido tratada en películas como El Show de Truman (eso sin contar con las miles de muestras en la literatura universal) y los conflictos del autor recuerdan sin duda al más irreverente Charlie Kaufman. Y aunque pudiera parecer que estos elementos le restan originalidad al argumento, el film sale airoso de las comparaciones, eso sí, poniendo en duda el determinismo de manera bastante previsible.