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GVD rating:
7
7.4
1,081
Drama
When the youngest boy of a destitute Iranian Kurdish family suffers from a terminal illness, his young siblings struggle to pay for a life-saving operation. In desperation, the eldest sister agrees to marry an Iraqi man, willing to care for the brother. At the border exchange, however, the family of the Iraqi man rejects the sick boy, leaving the siblings in a harrowing race against time.
Language of the review:
- es
April 18, 2011
16 of 23 users found this review helpful
La cuestión del cine de denuncia me parece un tema espinoso. Supongo que si la denuncia causa efecto, si logra un resultado social positivo, la película cumple su función. El cine adquiere "utilidad". Sin embargo, yo tengo preferencia por su "inutilidad", esto es, el mayor o menor grado de emoción que me provoca una película.
Por supuesto, respeto que el cine pretenda cambiar la realidad, y hasta me parece loable, pero considero que el arte resulta una vía bastante limitada para ese fin. Esto no quiere decir que todo cine de denuncia me resulte desechable, pero su verdadero valor para mí no estará en la terrible realidad que presente, sino en la emoción que consiga con ella. En el cómo y no en el qué.
En este caso, Ghobadi propone un alambre de espino en forma de película, y, a priori, pocas cosas me invitan a cruzarlo.
Me doy de bruces contra lo esperable en una película de realismo social: una factura un tanto ramplona (ignoro si por falta de presupuesto o por vocación de "realismo"), una planificación correcta, pero muy pocas veces brillante, unos actores y personajes verosímiles y convincentes, pero un tanto planos, con poca profundidad emocional, algo que resulta extensible a todo el ambiente que se nos propone. La única virtud que agradezco de verdad es el tono seco que permite a la película no subrayar lo que ya está subrayado de sobra en el guion. Algo necesario en este tipo de cine.
Estaríamos hablando de una película correcta y perfectamente prescindible dentro de este fatigoso género, y no del buen cine que es "Un tiempo...", de no ser porque, de repente, aparecen dos estocadas que rematan la faena y al espectador.
Por supuesto, respeto que el cine pretenda cambiar la realidad, y hasta me parece loable, pero considero que el arte resulta una vía bastante limitada para ese fin. Esto no quiere decir que todo cine de denuncia me resulte desechable, pero su verdadero valor para mí no estará en la terrible realidad que presente, sino en la emoción que consiga con ella. En el cómo y no en el qué.
En este caso, Ghobadi propone un alambre de espino en forma de película, y, a priori, pocas cosas me invitan a cruzarlo.
Me doy de bruces contra lo esperable en una película de realismo social: una factura un tanto ramplona (ignoro si por falta de presupuesto o por vocación de "realismo"), una planificación correcta, pero muy pocas veces brillante, unos actores y personajes verosímiles y convincentes, pero un tanto planos, con poca profundidad emocional, algo que resulta extensible a todo el ambiente que se nos propone. La única virtud que agradezco de verdad es el tono seco que permite a la película no subrayar lo que ya está subrayado de sobra en el guion. Algo necesario en este tipo de cine.
Estaríamos hablando de una película correcta y perfectamente prescindible dentro de este fatigoso género, y no del buen cine que es "Un tiempo...", de no ser porque, de repente, aparecen dos estocadas que rematan la faena y al espectador.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
• El regateo.
El comienzo de la escena habla por sí solo: Madi, el niño deforme, aparece llevado con las demás cargas en la mula. No se me ocurre imagén más simple y a la vez tan potente.
Ghobadi rueda todo el fragmento de la discusión de si Madi se queda con la nueva familia de la hija o con la suya propia desde la distancia, desde el punto de vista del niño, esperando en la nieve mientras los adultos negocian a lo lejos. Al igual que él, oímos ("Ya tenemos a diez chiquillos", "El trato consistía en que Madi iba con la novia"), pero apenas vemos ni entendemos; nos limitamos a pasar frío. Al final, Madi se queda con su familia, quienes vuelven a casa con una mula como compensación.
No hay llantos ni sangre ni violines, y, sin embargo, me resulta difícil imaginar una mayor sensación de desprecio por la dignidad humana como la que se transmite en esta escena.
• La emboscada.
Sigue sin aparecer la violencia de forma visible en la película, pero se siente del todo presente en esta escena por el sonido en off de las metralletas y por el pánico de los comerciantes. Aparecen planos cortos, los dos niños protagonistas abandonados por los adultos, y una mula borracha que parece no andar. Se logra una tensión completamente cinematográfica.
La narración termina sin conocer si, después de todo, el chaval conseguirá el dinero para la operación de Madi, si éste vivirá o no. Da igual. Ghobadi ya nos ha escupido cómo es la vida en ese mundo.
***
Finalmente, cruzo el alambre de espino que decía al principio junto con los protagonistas. Sin embargo, no tengo muy claro que lo que me empuje a ello sea esa realidad presente que hay que cambiar (realidad que no sé si es cierta -cosa que a todas luces parece- o está adulterada).
Mi sensación es que, simplemente, me empuja una cámara
El comienzo de la escena habla por sí solo: Madi, el niño deforme, aparece llevado con las demás cargas en la mula. No se me ocurre imagén más simple y a la vez tan potente.
Ghobadi rueda todo el fragmento de la discusión de si Madi se queda con la nueva familia de la hija o con la suya propia desde la distancia, desde el punto de vista del niño, esperando en la nieve mientras los adultos negocian a lo lejos. Al igual que él, oímos ("Ya tenemos a diez chiquillos", "El trato consistía en que Madi iba con la novia"), pero apenas vemos ni entendemos; nos limitamos a pasar frío. Al final, Madi se queda con su familia, quienes vuelven a casa con una mula como compensación.
No hay llantos ni sangre ni violines, y, sin embargo, me resulta difícil imaginar una mayor sensación de desprecio por la dignidad humana como la que se transmite en esta escena.
• La emboscada.
Sigue sin aparecer la violencia de forma visible en la película, pero se siente del todo presente en esta escena por el sonido en off de las metralletas y por el pánico de los comerciantes. Aparecen planos cortos, los dos niños protagonistas abandonados por los adultos, y una mula borracha que parece no andar. Se logra una tensión completamente cinematográfica.
La narración termina sin conocer si, después de todo, el chaval conseguirá el dinero para la operación de Madi, si éste vivirá o no. Da igual. Ghobadi ya nos ha escupido cómo es la vida en ese mundo.
***
Finalmente, cruzo el alambre de espino que decía al principio junto con los protagonistas. Sin embargo, no tengo muy claro que lo que me empuje a ello sea esa realidad presente que hay que cambiar (realidad que no sé si es cierta -cosa que a todas luces parece- o está adulterada).
Mi sensación es que, simplemente, me empuja una cámara