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Spain Spain · S/C de Tenerife // Madrid
El Fauno rating:
8
Drama Based on the novel written by Stephen Chbosky, this is about 15-year-old Charlie (Logan Lerman), an endearing and naive outsider, coping with first love (Emma Watson), the suicide of his best friend, and his own mental illness while struggling to find a group of people with whom he belongs. The introvert freshman who is taken under the wings of two seniors who welcome him to the real world.
Language of the review:
  • es
February 14, 2013
5 of 6 users found this review helpful
Empezar abordando “Las ventajas de ser un marginado” hablando del último año de instituto puede no ser algo excesivamente original. No descubre nada, ninguna lectura oculta, ninguna gran prosa. Pero es el corazón de la película de Chbosky. En ello radica parte de su clave.

Es el último año de instituto, y Charlie acaba de salir de una depresión. Su mejor amigo se ha suicidado. Es un marginado. Tímido, introvertido, con cierta sensibilidad, solitario y enamoradizo. Es el pringadillo perfecto para protagonizar una película que le tenga como foco, como centro neurálgico de un filme con sentimiento de trascendencia, de convertirse en humilde referente para un pequeño sector de personas. Una gran minoría que encontrará consuelo en un historia que verán escrita para ellos, observando su reflejo en mitad de cada momento, entre las frases impecablemente esculpidas y los rostros melancólicos de sus actores. Una actriz joven, icono adolescente de una década, y un semidesconocido interprete de 16 años, guapo al modo nerd americano, acarreando en sus hombros encorvados, en su mirada baja y huidiza, el retrato perfecto del chico que, antes de llegar a los 20 años, sabe lo que es la infelicidad y la confusión.


Tal vez uno pudiera aportar cierto valor adicional a una historia como esta personalizandola en si mismo, en la vida de cada uno. En parte es lo que busca y eso la beneficia. Muy conscientemente. Uno puede entrar en su juego, y si finalmente lo hace, la película conseguirá hacerle conectar. En caso contrario, es muy fácil perderse. Evadirse del asunto, y obviar la fuerte intensidad adolescente que Chbosky impregna a todo el conjunto. El escéptico acabará sentado en el sofá del sótano junto a la punk budista y el chico gay de la clase. Mirando al joven solitario que escribe poemas y escucha “Asleep” de los Smiths, mientras su amor platónico, que tiene un gusto exquisito en cuanto a moda y le encanta “Heroes” pero nunca ha oído hablar de David Bowie, se besa en la habitación de al lado con un tío más alto y fuerte que él.

Sí, es fácil perderse un poco entre las excentricidades y las mentiras, entre las caracterizaciones de esos jóvenes de alma cool, entre los retratos sociales ya conocidos y los pensamientos ejecutados en el momento idóneo, todo demasiado bien hecho para creerselo. Entre el primer beso a los 16 años con una botella de merlot que nadie bebe, el bizcocho de “chocolate” que se come por primera vez, el chico que va en traje a clase, o el grito al atardecer del último día “para siempre” de instituto. También está el “secreto”. El gran secreto que aparecerá en el último momento, tambaleando la estabilidad que el protagonista había conseguido conquistar con esfuerzo. La aparente felicidad desaparecerá tras la revelación desesperada que convertirá el trayecto en linea recta hacía la cima, en un circulo de vuelta al principio algo brusco pero más realista. Todo esta controlado, medido. Cada mirada y cada frase. Cada réplica bien afilada y reflexiva. El típico pensamiento verbalizado muy inteligentemente que probablemente más de uno acabará poniendo como estado en una frase de facebook. Todo eso está ahí. La película no se libra de ello. Y aunque no lo enaltece tanto como otros filmes que si han resultado muchísimo más irritantes en su carácter, lo cierto es que tampoco lo oculta. Esta gente de 16 años se comporta como si tuvieran 20. Pero oye, los veo y los escucho. Es lo gracioso. Me conmuevo viéndola a ella alzar las manos en un túnel de autopista escuchando a Bowie gritar que son héroes. Caigo en la trampa vilmente y sin objetividad ninguna y tal vez eso acabe por sentenciar mi juicio negativamente. Y luego recaigo en el escepticismo, y al final pienso en mi, y en la autocomplacencia de la película y en la de Chbosky, y también en su sinceridad, porque es cierto que el filme la contiene y la transmite. Y luego llega el final. Y vuelven a alzar las manos, y los héroes vuelven a reunirse después del dolor. Y me sorprendo a mi mismo, porque no me lo esperaba. Son las batallas de la adolescencia, pero para ellos son ese momento y ningún otro y eso es lo que les hará ser lo que son. Luego tal vez lo olviden, porque es lo que suele ocurrir. Pero no sucederá entonces. Y me doy cuenta de que me han hecho recordarlo finalmente. Yo también he estado ahí. Levantando mis manos hacia el cielo. Creyendome infinito. Recordando en que era así como me sentía.

© Gonzalo Hdez
charlotteybob.wordpress.com
El Fauno
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