One Tree Hill empieza como la típica serie de adolescentes en el instituto, algunos deportistas y ganadores, otros nerds y perdedores, luchas de ego, relaciones fugaces, y luego va tocando los conocidos temas conflictivos de adopción, celos, homosexualidad, promiscuidad, accidentes, drogas, problemas familiares, embarazos no deseados, etc.
Vale decir, es un verdadero conjunto de clichés repetidos hasta el hartazgo… sin embargo, tiene una esencia propia tan deliciosa y adictiva, una evolución en los personajes a lo largo de las temporadas, una fuerza en cada situación adversa, que hacen que uno no pueda esperar a ver el siguiente capítulo.
Increíblemente, el paso de la escuela a la adultez no resultó absurdo, sino por el contrario, muy interesante y bien llevado, con la aparición de nuevos personajes que cumplieron perfectamente.
Puede criticársele que hay situaciones forzadas y descabelladas, y vaya que las hay, pero no descompensan una serie que realmente exige ser vista, y también escuchada (su banda sonora está sumamente cuidada, apareciendo bandas y artistas under alternativas que realmente da gusto escuchar).
A pesar de tener 9 temporadas, se te pasarán volando por lo rápido que querrá ver capítulo tras capítulo.
Imperdible.