Dos geniales interpretaciones, Daniel Day-Lewis y Brenda Fricker, pero echo a faltar un tercer Oscar, uno para el pie izquierdo. Porque ¿puede alguien negar la genial actuación de ese pie izquierdo? Y voy mas lejos, propongo un Oscar para todos esos pies izquierdos o derechos y para todas esas bocas que nos dejan obras de mayor o menor belleza pero que siempre son un ejemplo de superación y de supervivencia ante tan terrible enfermedad.
Un argumento real como la vida misma y una interpretación de Day-Lewis, estudiada, trabajada, creíble y sobre todo repetuosa con los afectados de este mal, hacen, que el cine, a través de esta película, sea un elemento clave para conocer y comprender la problemática de la parálisis cerebral dentro de la sociedad en que vivimos.
En este contexto, dirección, música y fotografía, aún siendo excelentes, no dejan de ser tan solo un medio para encauzar la fuerza de la historia.
Eso si, mención especial para Brenda Fricker. Representar a la madre de un discapacitado no es fácil ni mucho menos. Pero ella lo consigue. Lo borda.