…y es que no aprendo, oye…

Tengo tantas ganas de que me cuenten una buena historia de terror, que pico en cuanto leo unas cuantas críticas orgásmicas.

No hagáis caso; que no os den gato por liebre porque, al menos la mayoría, miente.

Y si resulta que son sinceros, les ruego que acepten mi más sincera envidia, por ser capaces de rozar el éxtasis con semejante truño.

No le voy a quitar el mérito a Aster, cuyo esfuerzo se nota en dar a la película un digno aspecto formal, proporcionando con su cámara una subjetividad más que sugerente que, acompañada por la gravedad de la acertada banda sonora (Stetson), y por una ambientación lo suficientemente sombría para estos casos, consiguen una atractiva envoltura…

…sin embargo, es una lástima que no haya nada que envolver…

Porque lo esencial de una película es que tenga una buena historia que contar, y aquí es donde Aster se cae estrepitosamente con todo el equipo, al construir un guion que, de haber sabido aprovechar el potencial de la historia (que lo tiene), habría conseguido algo, cuando menos, interesante.

En vez de eso, se nos pone malito el pobre, presenta síntomas de mareo severo, y se nos va por derroteros esperpénticos que, en ocasiones, bordean la comedia absurda (lo peor que le puede pasar a una película que pretende ser de terror «serio»), resultando así una cosa lenta, aburrida e inútilmente efectista que da al traste con el interés del espectador.

En resumen: si no la veis, no os perdéis nada. Ahorraos la pasta. En serio.