Tremebundamente pretenciosa, nada original, huele a Allen por todas partes, -y eso no tiene porqué ser positivo- estamos ante otro caso de CINE DOCTRINAL MILITANTE.

Al igual que a los militares se les enseña a obedecer ciegamente, a los fans de Allen se les ha vendido el producto como si de un dogma de fé se tratase y, amigos míos, y esto no lo podéis negar, las críticas ya eran buenas cuando siquiera la película había sido terminada.

Al igual que a los feligreses se les vende una idea a cambio de algo -salvación, vírgenes esperando, banquetes con los dioses, la vida eterna- el ejército "Alleniano" defiende a ultranza a su maestro el cual les da la oportunidad de la intelectualidad mediante este simple silogismo:

Las películas de Allen SIEMPRE son inteligentes.
Yo veo películas de Allen.
Yo soy inteligente.

Y esto es así, y cualquiera que vea como se dora la píldora desde los críticos profesionales -parecen que hablan de hacer el amor y quizá no debieran hablar tanto de ello y ponerse en faena- hasta los usuarios que parecen haber leído la crítica antes de ver la película... y encima un Oscar para doña "notransmitounamierdaconmicarademuñeca" Penélope Cruz.

He dicho.