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AGF rating:
6
2007
Daniel Écija (Creator), Laura Belloso (Creator) ...
5.7
17,888
TV Series. Drama. Mystery. Thriller. Horror
TV Series (2007-2010). 7 Seasons. 71 Episodes. El Internado Laguna Negra (Spanish, 'The Boarding School Black Lagoon') is a Spanish television drama thriller focusing on the students of a fictional boarding school in a forest, where teenagers are sent by their parents to study. The boarding school is situated in a forest far from the city, on the outskirts on which macabre events occur. The series debut on 24 May 2007, and is a ... [+]
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- es
November 6, 2008
88 of 107 users found this review helpful
Vista con buenos ojos y con poco más que ánimo de entretenerse, El Internado es la hostia. Pero lo malo de ser humano es que a veces uno se pone quisquilloso, y se da cuenta de lo que está viendo. Y lo que es peor, que cuando abandona el estado de quisquillosidad y echa la vista atrás, se da cuenta de que lo que acaba de descubrir es una verdad como la copa de un pino.
Pues eso, más o menos, me paso a mí ayer. Me di cuenta de los miles de fallos que tiene esta serie.
El mayor de todos ellos, es su mayor atractivo: el misterio. Ese misterio compuesto por ochenta mil tramas y subtramas que se rizan y se rizan y de las que nos olvidaríamos de no ser por los benditos resúmenes. No sé por qué, pero me da la impresión de que hasta los guionistas (que deben de ser una tropa de cojones) están perdidos, y no saben cómo continuar añadiendo más cosas interesantes. Yo creo que les convendría resolver alguna, y de una manera más digna que la del dichoso gnomo. Sí, sí, todo ese misterio que duró más de una temporada, si mal no recuerdo, y que desembocó en la mismísima nada. “Vale, ¿y?” piensa uno cuando termina dicha historia.
Apostaría a que si revisamos capítulos anteriores, nos daremos cuenta de que el comportamiento pasado de ciertos personajes, no concuerda con nuevas revelaciones sobre ellos que se nos hacen.
En fin, que los guionistas quisieron llenar tanto el saco de la intriga que acabaron rompiéndolo.
Pero claro, no sólo es eso. Está el gran fallo de que para cinco o seis profesores que hay, todos andan metidos en algún lío. También está el de los alumnos imbéciles que van de héroes a resolverlo todo ellos solitos. Y le acompaña el hecho de que en el colegio se infiltra todo dios, el que quiera. Luego, no sabemos muy bien si hablamos de una historia de ficción o no, porque de repente resulta que “la otra” tiene un sexto sentido y que “el otro” sueña cosas que se hacen realidad, cosas que quedan bastante forzadillas.
[Sigue en Spoiler]
Pues eso, más o menos, me paso a mí ayer. Me di cuenta de los miles de fallos que tiene esta serie.
El mayor de todos ellos, es su mayor atractivo: el misterio. Ese misterio compuesto por ochenta mil tramas y subtramas que se rizan y se rizan y de las que nos olvidaríamos de no ser por los benditos resúmenes. No sé por qué, pero me da la impresión de que hasta los guionistas (que deben de ser una tropa de cojones) están perdidos, y no saben cómo continuar añadiendo más cosas interesantes. Yo creo que les convendría resolver alguna, y de una manera más digna que la del dichoso gnomo. Sí, sí, todo ese misterio que duró más de una temporada, si mal no recuerdo, y que desembocó en la mismísima nada. “Vale, ¿y?” piensa uno cuando termina dicha historia.
Apostaría a que si revisamos capítulos anteriores, nos daremos cuenta de que el comportamiento pasado de ciertos personajes, no concuerda con nuevas revelaciones sobre ellos que se nos hacen.
En fin, que los guionistas quisieron llenar tanto el saco de la intriga que acabaron rompiéndolo.
Pero claro, no sólo es eso. Está el gran fallo de que para cinco o seis profesores que hay, todos andan metidos en algún lío. También está el de los alumnos imbéciles que van de héroes a resolverlo todo ellos solitos. Y le acompaña el hecho de que en el colegio se infiltra todo dios, el que quiera. Luego, no sabemos muy bien si hablamos de una historia de ficción o no, porque de repente resulta que “la otra” tiene un sexto sentido y que “el otro” sueña cosas que se hacen realidad, cosas que quedan bastante forzadillas.
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Spoiler:
Por supuesto, las actrices están por lo general, buenas, aunque sus dotes interpretativas no tengan nada de especial. Y los actores se dedican a lucir músculo siempre que es posible (el último personaje masculino que ha aparecido ha salido en el 95% de sus escenas marcando pectorales, cuando no medio en pelotas).
Tenemos a Héctor, que no sé qué coño le pasa al hablar, pero que no sabe hacer las pausas como una persona normal. A Jacinta, que siempre sale con una carpeta o unos papeles en la mano; a Fermín, que sólo se dedica a hacer cosas en plan agente secreto, pero en realidad no sabemos muy bien qué pinta en todo esto; al padre de Iván, que indudablemente, es malo; y a Iván, que se rebota porque sí y no las piensa demasiado. Y está la directora, cuyo nombre no recuerdo (que soy muy malo para eso…), que siempre sale con cara de estreñida y despierta en mi interior instintos psicópatas.
Para ir acabando, está la penosa y casi inexistente estructura temporal. Hay capítulos en los que un personaje se pasa todo el metraje en la misma situación, mientras nos da la impresión de que de otros se nos cuentan varios días. Y la banda sonora, que es un punto fuerte, pero que tiene un defecto (ahora no lo sé, pero antes lo tenía, y me sacaba de quicio): al cambiar de escena, la música tenía una especie de subida de volumen, cosa que nadie se molestó en resolver.
Y así, casi hasta el infinito… Tenemos los tópicos, claro está, y la sinrazón de muchísimas cosas.
Pero, ojo, que con esto no quiero decir que el internado sea una mierda, pues todo (o casi todo) lo que no he dicho, es lo bueno de la serie. Pero para elogios, hay críticas de sobra.
Pero es por el hecho de haberme tragado tamaña serie de errores, fallos, incongruencias y tanto entretenimiento del simple, del fácil (porque es lo que es) por lo que todavía no alcanzo a comprender qué hago yo sentado puntualmente cada miércoles frente al televisor. Quizá sea por la intriga, esa que no tiene sentido, ni demasiada razón de ser (sólo la macrorecaudación que debe de conseguir esa eterna sucesión de anuncios de siglo y medio que siempre meten antes de los últimos quince minutos de cada capítulo), ni barreras y que, espero, tendrá un final que nunca llega y no hace más que alejarse. Quizá porque El Internado, echando lo que echan en la tele, es una opción más que razonable. Pero sé que seguiré sentándome en el mismo sofá todos los miércoles a presenciar la misma sucesión de hechos, hasta el final. Es por eso por lo que me siento así, un poco gilipollas.
Tenemos a Héctor, que no sé qué coño le pasa al hablar, pero que no sabe hacer las pausas como una persona normal. A Jacinta, que siempre sale con una carpeta o unos papeles en la mano; a Fermín, que sólo se dedica a hacer cosas en plan agente secreto, pero en realidad no sabemos muy bien qué pinta en todo esto; al padre de Iván, que indudablemente, es malo; y a Iván, que se rebota porque sí y no las piensa demasiado. Y está la directora, cuyo nombre no recuerdo (que soy muy malo para eso…), que siempre sale con cara de estreñida y despierta en mi interior instintos psicópatas.
Para ir acabando, está la penosa y casi inexistente estructura temporal. Hay capítulos en los que un personaje se pasa todo el metraje en la misma situación, mientras nos da la impresión de que de otros se nos cuentan varios días. Y la banda sonora, que es un punto fuerte, pero que tiene un defecto (ahora no lo sé, pero antes lo tenía, y me sacaba de quicio): al cambiar de escena, la música tenía una especie de subida de volumen, cosa que nadie se molestó en resolver.
Y así, casi hasta el infinito… Tenemos los tópicos, claro está, y la sinrazón de muchísimas cosas.
Pero, ojo, que con esto no quiero decir que el internado sea una mierda, pues todo (o casi todo) lo que no he dicho, es lo bueno de la serie. Pero para elogios, hay críticas de sobra.
Pero es por el hecho de haberme tragado tamaña serie de errores, fallos, incongruencias y tanto entretenimiento del simple, del fácil (porque es lo que es) por lo que todavía no alcanzo a comprender qué hago yo sentado puntualmente cada miércoles frente al televisor. Quizá sea por la intriga, esa que no tiene sentido, ni demasiada razón de ser (sólo la macrorecaudación que debe de conseguir esa eterna sucesión de anuncios de siglo y medio que siempre meten antes de los últimos quince minutos de cada capítulo), ni barreras y que, espero, tendrá un final que nunca llega y no hace más que alejarse. Quizá porque El Internado, echando lo que echan en la tele, es una opción más que razonable. Pero sé que seguiré sentándome en el mismo sofá todos los miércoles a presenciar la misma sucesión de hechos, hasta el final. Es por eso por lo que me siento así, un poco gilipollas.