La película tiene dos aspectos claramente diferenciados que sobresalen sobre el resto, pero de forma antagónica. El primero es el guión y su desarrollo y el segundo es la acción.

Hay que decir que el guión y su desarrollo es bastante pésimo, aunque tiene un buen comienzo y bastante alentador, pierde consistencia y fuerza conforme avanzan los minutos para quedar al final en algo mediocre y simple, carente de la emoción dramática que nos había ofrecido al principio y dónde parecía que iba a ser la línea argumental.

Respecto a las escenas de acción, es sin duda una de las mejores películas a día de hoy en cuanto a combates cuerpo a cuerpo, a la altura de la mejor de Bruce Lee, Jackie Chan o la increíble Ong Bak dentro del territorio nacional. Las coreografías son tremendas, realistas a más no poder, donde de vez en cuando se detectan algunos fallos, pero se ve, que hay contacto, un contacto a veces simple y otras veces se nota que ha dolido. Sin olvidar las escenas de riesgo, sobre todo las finales, definidas con una sola palabra, impactantes.

Mención especial Jeeya Yanin, la joven protagonista, que ha hecho doble mérito, una su actuación inicial, buenísima y otra el aspecto físico, donde se lo ha jugado en más de una escena y si no me creéis ves las tomas falsas al final de la película.

En definitiva, una película sencilla, pero que sólo por los combates merece la pena visualizar, y es que al final quedará ese sabor amargo de que podría ser mejor película, se perdona por las escenas de acción y su impacto.