Durante el primer sueño de Isak, se destaca la presencia de datos "técnicos" de la realidad onírica: el reloj no tiene agujas, dado que en los sueños no hay tiempo físico ni se tiene real conciencia de él. Dentro del mismo se genera un diálogo intertextual entre el film y la pintura de René Magritte "Prohibida la reproducción", de la vanguardia surrealista, donde en este caso, el hombre que no es Isak muere siendo ésta situación un espejismo de su vida o de sus presentimientos (las Campanas refuerzan el sentido). Luego se genera una segunda relación intertextual con un film de Sjostrom (Isak en esta película) donde Isak ve pasar una carreta funeraria, donde cae el cajón y el que estaba dentro era él: otro espejismo. Estas imágenes cristal (Deleuze) pretenden anunciar una posible aproximación al deceso. Estas "pesadillas" llevan a Borg a tomar la desición de ir en auto, en vez de avión, y esta desición produce dar pie al viaje hacia todos sus recuerdos, transformandose en una road movie existencial. En el comienzo de esta aventura, Isak viaja con su nuera, y ésta saca a relucir todas las actitudes egoístas y altaneras que éste había tenido. La primer parada va a ser en una casa de veraneo de la infancia de Isak, donde se reproducen (por medio de un sueño) los deseos adeudados que tiene Isak: el enamoramiento que tenía por su prima, que lo deja por su hermano. Esta prima junta fresas, lo que hace disparar ideas de juventud, de rebeldía, de amor. El punto de contemplación que hace Isak sobre esta imágen cristal se ve reforzado por la fotografía donde sugerentemente Isak esta apartado y a oscuras divisando un almuerzo en el que los comenzales estan en tonos claros (viviendo).
Lo despierta de este sueño/flashback una autoestopista que tiene un parecido enorme con Sara (prima), de la cual Isak, no tiene deseos pero si buenas impresiones donde se nota una satisfacción al generar charla con ésta. De hecho esta charla de genera una distracción que lo hace chocar con su auto: enrealidad chocó contra su realidad, su vejez. Esta vejez va a tener algunos momentos de progresividad donde en un momento, Isak quiere citar un poema, pero se lo olvida.
Luego se establece un paralelismo entre los planos de realidades: el sueño y lo que vive. Isak detiene su automovil en la casa de su madre, donde ella anuncia que tiene un defecto, que es que nunca muere, y a su vez le muestra un reloj sin agujas. La muerte es el gran tema del film. De hecho su hijo, se considera muerto (al igual que él) y por eso no quiere procrear, porque el mundo no es un buen lugar para nadie. Quizás estas reflexiones forman parte del alter-ego del autor, Ingmar Bergman, donde el que declara, es él, no su personaje.
El clima es un factor de la puesta en escena fundamental. Éste recurso simbólico tiene sus reminiscencias en el cine sueco mudo, por ejemplo el de Sjostrom, donde la relación estado de animo de los personajes y el clima se mimetizan para dar sensaciones bien claras. A medida que avanza el relato, en "Fresas Salvajes" se avecina una tormenta, donde gradualmente por medio de las nubes y la oscuridad se va sugiriendo esta cercanía del personaje con la muerte. Se explota este recurso en el tercer sueño, donde la potencia poética de la imágen (pajaros y árboles oscuros, el cielo cubierto) lleva a Isak a chocar contra lo que le toca: asumir la verdad, la vejez continúa. En este sueño, la muerte personificada en un paciente se ríe de Isak como expresando lo inevitable, que es su destino. Aquí también el personaje hace una reflexión sobre su profesión, de la cuál en su sueño, no puede saber nada.
Los tres jovenes le traen flores a Isak, que se encuentra en su auto. Aquí también se puede hacer un avance hacia su muerte: la luz se oscurece gradualmente dejando como único punto de interés a Isak, ya casi muerto.