Robert Eggers acierta de pleno con dos decisiones importantes en esta historia para que funcione perfectamente, en primer lugar rodar en blanco y negro, y usar el claro y oscuro para que funcione como el narrador y luego, dejar a dos personajes solos.

Reconozco que cuando leí la trama, me pareció poco interesante, pero amigos, estar mucho tiempo tan solo, da para que el coco de una persona de muchas vueltas. Lo que realmente atrapa al espectador es la transformación humana en una situación que en principio podría ser de lo más común para unos trabajadores acostumbrados a ejercer ese tipo de trabajos, pero no resultará tan sencillo. Desde bien pronto vemos que la cosa no va a ir bien, porque se trata de dos personajes totalmente diferente en todos los sentidos, uno ya ha vivido lo suficiente, es maduro, malhumorado, con afán de líder y que se cree en poder de la verdad absoluta y lo peor de todo es que a pesar de estar confinado con el más joven, lo machaca física y psicológicamente durante mucho tiempo. Por otro lado tenemos al que representa la juventud, los sueños, el futuro, los sueños y la sumisión, no solo por la edad de su compañero, sino también por la experiencia.

Poco a poco iremos viendo la evolución y la transformación de ambos personajes, convirtiendo la convivencia en algo no solo complicado, sino muy peligroso para ambos. No se pierdan el nivel interpretativo de ambos, lo de Willem Dafoe ya no me asombra para nada, porque es perro viejo, pero Robert Pattinson se marca una interpretación para quitarse el sombrero, esta película sin esas interpretaciones, habría quedado rápidamente en el olvido.

Interesante producto de fuerza mental y control de uno mismo.