¿Quién no ha tenido alguna vez una deuda?
Da igual que sea grande o pequeña, material o sentimental, lo importante en este asunto es que sabemos de lo que hablamos. John Madden aprovecha esa parte negra de la historia de la humanidad, como es el holocausto nazi. Esos crímenes de guerras que se cometieron de forma violenta y cruel en especial sobre el pueblo judío. Casi veinte años después de los sucesos, aún conviven entre nosotros muchos de esos monstruos bajo el disfraz de un profesor, un banquero o un cartero. El protagonista de esta historia es un ginecólogo, el cual ha sido descubierto y pone en marcha una misión peligrosa para sacarlo de Alemania y llevarlo a Israel para ser juzgado por sus actos. ¿Los elegidos? Dos hombres y una mujer y toda la suerte del mundo.
Nos encontraremos señas de identidad del mejor cine de espionaje de los años setenta, donde no se abusaba de los efectos especiales, sino de las actuaciones del elenco de protagonistas. Me ha gustado mucho esos viajes del presente al pasado y viceversa. Están muy logradas las ambientaciones de la época. Se respira constantemente la tensión, el miedo, la frustración en los encargados de la misión. Más preocupados de no estar a la altura de la misión, antes que dar caza al asesino nazi. Me han dicho mucho las escenas en silencio, las miradas, los reflejos en cristales, en gafas, cuentan mucho sin decir una sola palabra.
Las actuaciones han estado muy correctas, destacando en especial al personaje de Rachel Singer tanto en su juventud (Jessica Chastain), como en su madurez (Helen Mirren). Quizás el personaje con menos peso es el de David, porque la trama lo requiere así y es una pena, porque se podría haberle sacado más partido a ambos actores. El argumento es muy interesante y la manera de desarrollarlo es el ideal. Lo único que no me llenó fue la forma de cerrar la historia es muy forzado y no me gustan esa clase de coincidencias.
Muy recomendable