Puede que no estemos ante la mejor película bélica de la historia. Puede que el paisaje de la batalla entre carros blindados no se corresponda con el del escenario real –el resto sí que transcurre entre pinos y nieve; yo creo que, como los tanques eran del ejército, se vieron obligados a escenificarla en algún campo de pruebas de su propiedad–. Puede –es más, lo confirmo– que se tomen más licencias de la cuenta. Puede que la calidad de los efectos especiales sea desigual –los hay malos, es cierto, pero también hay tramos espectaculares–. Pero en general, si tengo en cuenta factores como el año, el presupuesto y la capacidad de distracción, he de decir claramente que me ha compensado gastar una tarde de mi vida viéndola.
Como a mí me interesa más desde el punto de vista cinematográfico que desde el punto de vista histórico-militar fanático, aclararé a los de mi grupo que la estructuración del guión comparte propuesta con la de películas como "El día más largo" o "Tora! Tora! Tora!" –ambas mejores películas que ésta–; es decir, se centra en los "juegos" tácticos y en el derroche de fuegos de artificio más que en el patriotismo y el desencanto, que también tienen sus momentos.
Los personajes no están bien construidos, pero los actores están fantásticos y se cargan a la espalda toda la responsabilidad. Destacaría, de los principales, a Robert Shaw, Robert Ryan y Telly Savalas; y de los secundarios a Dana Andrews y Pier Angeli. A Fonda le encuentro algo apagado, y el personaje de Charles Bronson lo podría haber interpretado yo igual de "bien".