La serie fue todo un éxito en Estados Unidos, donde permaneció en antena durante nueve temporadas. Aportó mucha frescura gracias a su descaro, a unos chistes políticamente menos correctos de lo habitual y a una química entre los actores adultos difícil de mejorar.
Pero además de los méritos propios, la polémica vida personal de Roseanne Barr contribuyó mucho a ese éxito. Su vida sentimental ha sido ajetreada y su lengua viperina extiende permanentemente rumores sobre sus compañeros de trabajo y saca a la luz secretos familiares –la homosexualidad de su hermano, los supuestos abusos que sufrió por parte de su padre, etc.–. Durante su adolescencia tuvo que ingresar en un psiquiátrico para curarse de unos desórdenes de personalidad causados por un atropello que sufrió. Los rumores han llegado a acusarla de ejercer la prostitución durante su descentrada juventud, pero no recuerdo si llegó a reconocerlo ella misma –a mí me da que sí–. (Bueno, de vez en cuando no está mal un poco de marujeo, ¿verdad?)