March 28, 2016
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Seguramente lo he dicho ya en alguna crítica anterior: mi relación con el cine de Garci es de amor-odio. Me gustó en su momento "Asignatura pendiente" (ahora me sigue fascinando Fiorella, pero algunos diálogos me parecen de un moralismo insoportable) y me interesa Garci como divulgador y amante del cine. El esquema de su primera película se fue repitiendo en las siguientes, con historias de amor más o menos felices, para desembocar en un "Crack" en que se da el gustazo de echar fuera toda su pasión cinéfila hollywoodiense, con un Alfredo Landa haciendo de Bogart poniendo mucha voluntad, aunque sin convencer. Y luego viene esta "Canción de cuna", con Landa haciendo de médico descreído y tierno. La historia que cuenta la película es mínima: la de Marcelino Pan y Vino, pero en niña. Y, eso sí, la luz está muy cuidada, y la fotografía es muy bonita, y las monjas muy bien vestidas, con esos hábitos blancos o negros, según corresponda, con esas tocas almidonadas tan de época. Bonita música, buenos sentimientos, una actuación muy comedida del mujerío. Y un Landa que sobreactúa, por contra, un montón. Los diálogos son excesivamente prolijos -una constante en Garci- y tremendamente tópicos y grandilocuentes. Lo más original de la historia es que hay una elipsis de casi veinte años en medio. Y aquí aparece la Verdú en todo su esplendor adolescente, repipi y excesivo. Y ya con novio, un Carmelo Gómez soseras como él solo, y con la voz doblada. En fin, todo muy bonito eso sí. No se puede negar que la película es preciosa y que las monjas salen muy guapas en esa escena en que se abren las ventanas. En fin, volveré a ver a Garci, es mi sino.
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