A 6 años del éxito de Brokeback Mountain, el protagonista demuestra un notable aprendizaje dramático y maduración actoral. Es una meritoria actuación para un rol y un libreto tan limitados por la primacía de la imagen, de la obsesión del director D. Jones, por mantener un clima de suspenso similar a un Hitchcock.
Es parte de este culto a la modernidad que parece buscar lo mágico en el ámbito tecnológico, exigiendo de la ciencia productos inalcanzables, bueno, tal vez así ha funcionado el progreso durante los últimos 3 siglos... Quizás por ser un entusiasta de lo nuevo, me siento piadoso con los intentos, aún fallidos de agregar una idea adicional al saturado intelecto de estos tiempos; por ello quiero ser benevolente con el film, porque realmente me ha entretenido, aunque le podría sacar algunos minutos, ganando en calidad narrativa.
Creo, eso sí, que un director, en cierta forma es un escritor, con otra pluma tal vez; pero con la indudable obligación de pulir el lenguaje y la expresividad del mensaje que quiere transmitir, por ahí se puede filtrar alguna falencia, pero se suaviza por una fotografía que puede ser bien apreciada.
Resulta recomendable dentro del género, pero nunca para exigentes, claro.