"La sombra de la noche" cuenta con una bolita que se llama asesino y varios cubiletes donde esconderse: el protagonista, el amigo, el inspector, el doctor y hasta las chicas. El director se limita a mover la pelotita de un lado para otro, esconderla y confundir al espectador. Y la verdad es que lo consigue pues hasta el final anda a ciegas sobre la identidad del culpable. Es cierto que hay uno que es el candidato oficial lo que hace que lo descartes por eso de que sería demasiado evidente. Pero, ¿y si al final es ese precisamente por que lo has rechazo por obvio? De todos modos este ejercicio de intriga no explota todas las posibilidades de un brillante planteamiento. Esa ambientación fría de la morgue por la noche, los cadáveres cubiertos por sábanas y esas alarmas que se van a activar sí o sí, pese a que te asegure todo el mundo que es imposible que suceda, es un escenario ideal para un terror con tintes paranormales que para nuestra desgracia es desechado.

Ole Bornedal teje su relato de un modo raro. Al principio promete mucho, luego no sabes lo que te está contando, a continuación le encuentras todo el sentido y al final decae algo por un desenlace excesivamente largo. De todos modos, hay algo que no acaba de funcionar en este rompecabezas, ya sea porque no sabes porque se mete en ese lío el protagonista, porque los personajes se comportan de un modo extraño (todo lo relacionado con el amigo) o porque el argumento es tan alambicado que cuesta seguirlo. A lo mejor con un segundo visionado o repasando los momentos clave uno se entera de esos detalles fundamentales. Eso sí, la película se mantiene bien por el propio misterio y por el gran trabajo de los actores. De entre todos hay que destacar a un sensacional Nick Nolte, capaz de aguantarte solo casi dos minutos en un plano, y a la guapa y chiquitita Patricia Arquette. Fijaos en la diferencia de estatura cuando está con Nolte (1,56 metros ella y 1,85 él).