Ese campo abonado para cualquier idea, por loca que fuese, que fueron los años ochenta nos permite disfrutar de argumentos bizarros como el de "Hidden". La cosa tiene su riesgo, a veces puede salir mal, pero permitir que la creatividad se desborde libremente, al margen de las imposiciones ideológicas, políticas e incluso de moralina artificial, es la mayor garantía para crear las obras maestras que todos anhelamos. En esta ocasión la moneda al aire ha salido cruz. Sí, la película es floja y lo mejor que puedo decir de ella es que sale una estríper con botas altas y rojas, además unos cuantos minutos, que si bien no son de mis colores ni de mis diseños preferidos, nos permite constatar que las botas, si bien son típicas de los años setenta, todavía subsisten en los ochenta y noventa, aunque reducidas la mayoría de las veces a todo lo relacionado con la industria del sexo.

Pero volviendo a la película, el argumento del que parte no es muy novedoso, de hecho lo hemos visto de diversas formas y con variantes en la gran o en la pequeña pantalla, y lo que es mucho peor, está muy mal contada. En este sentido, obras como "La cosa" (1982) y "Fallen" (1998), con las correcciones, novedades y giros necesarios, sí que extraen todas las posibilidades a esta idea genérica. Lo malo de "Hidden" es que, compárese con los dos títulos mencionados antes, su historia es inverosímil, es plana, es más, se vuelve rutinaria por la incapacidad de moverse en situaciones de verdadera intensidad, tensión y peligro, y elimina toda capacidad de suspense al saber desde el principio qué es lo que está sucediendo. En resumidas cuentas, es ir de un lado para otro siguiendo las andanzas del monstruo, con nuestros protagonistas casi como testigos, uno de ellos un error.