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nachete rating:
7
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August 17, 2007
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Casi al final de esta sorprendente película policíaca, uno de los protagonistas reclama a su némesis (otro policía infiltrado, como él, en el lado opuesto de "su" ley), cómo única vía de capitulación al toma y daca que mantienen durante todo el metraje entre carreras, suposiciones y espionajes varios, que le devuelva su identidad. No es un detalle baladí, pues resume perfectamente el alma de toda la obra. Como en las mejores novelas (y films) de espías y agentes secretos, la mentira actúa a modo de bisagra con la que conectar dos realidades ajenas que en una relación normal de sinceridad estarían abocadas a colisionar sin remedio. Esto conlleva, inevitablemente, la difuminación de los contornos que determinan la verdadera personalidad, pudiendo llegar incluso a borrarlos por completo.
Lejos del material espídico de un film de acción hongkonés prototípico, Infernal affairs atañe a algo más que a una sucesión de balaceras rodadas con estilo (aunque de estilo tendremos que hablar después) para erigirse en una radiografía amarga y casi shakespeariana del hombre moderno atrapado en códigos de honor alienantes que neutralizan cualquier atisbo de verdad. Pero en este mar de imposturas también hay lugar para la autorrealización personal, de ahí su grandeza moral. No es cuestión de buenos o malos, sino de metas alcanzadas o no. Así, con una sutileza inusitada (el intervalo familiar de Tony Leung, asombroso ejemplo de economía narrativa), Wai Keung Lau y Alan Mak revitalizan el género mediante la comunión de un material de partida sustancioso y lleno de ideas y una concepción visual que hace de la elegancia y el montaje inteligente (prodigioso primer encontronazo entre "polis y cacos") su mejor razón de ser.
Sigo sin entender, sin embargo, esa manía de subrayar (innecesariamente) ciertos momentos dramáticos o de enfatizar situaciones con un uso demasiado descriptivo de la banda sonora, pero su intachable factura técnica se impone con facilidad a estos pequeños impedimentos.
Lo mejor: hace pensar.
Lo peor: algunos excesos en la banda sonora.
Lejos del material espídico de un film de acción hongkonés prototípico, Infernal affairs atañe a algo más que a una sucesión de balaceras rodadas con estilo (aunque de estilo tendremos que hablar después) para erigirse en una radiografía amarga y casi shakespeariana del hombre moderno atrapado en códigos de honor alienantes que neutralizan cualquier atisbo de verdad. Pero en este mar de imposturas también hay lugar para la autorrealización personal, de ahí su grandeza moral. No es cuestión de buenos o malos, sino de metas alcanzadas o no. Así, con una sutileza inusitada (el intervalo familiar de Tony Leung, asombroso ejemplo de economía narrativa), Wai Keung Lau y Alan Mak revitalizan el género mediante la comunión de un material de partida sustancioso y lleno de ideas y una concepción visual que hace de la elegancia y el montaje inteligente (prodigioso primer encontronazo entre "polis y cacos") su mejor razón de ser.
Sigo sin entender, sin embargo, esa manía de subrayar (innecesariamente) ciertos momentos dramáticos o de enfatizar situaciones con un uso demasiado descriptivo de la banda sonora, pero su intachable factura técnica se impone con facilidad a estos pequeños impedimentos.
Lo mejor: hace pensar.
Lo peor: algunos excesos en la banda sonora.