La película relata las desventuras de un soldado, un chico de la calle, retenido en un campo de prisioneros por los japoneses. En las duras condiciones del campo, asciende a una posición de poder que le sitúa por encima de sus superiores, tanto de militares como de clase social, manipulando a los que están a su alrededor y controlando el mercado negro del campo de prisioneros.

Los japoneses se esfuerzan den dar a entender que cumplen a rajatabla la normativa de la custodia de prisioneros, pero nada más lejos de la realidad, sin comida, sin higiene, cualquier parecido a cualquier campo de concentración nazi puede ser pura coincidencia, pero aun así, las condiciones tan duras, también de clima, hacen de aquello una batalla campal en cuanto a los sentimientos, sensaciones, envidias, y aunque los mandos intentan mantener su status, les resulta absolutamente imposible, sobre todo ante la persona que se ha adueñado de las necesidades básicas del resto, el que maneja todo el cotarro, el que consigue lo básico para no morir de inmediato, o simplemente, pasar un rato medianamente agradable.

La película relata esa brutal personalidad de este protagonista, con una enorme crudeza, sin embargo una persona lejana al principio, un inglés con principios, le irá conduciendo hacia un camino más liviano, hacia una coraza hacia los demás más frágil, más delgada, y el final marca un acontecimiento que dejará sorprendidos a los que se decidan a ver esta entretenida cinta. La recomiendo porque se sale de lo habitual en las batallas del Pacífico y porque está muy bien perfilada. Buena fotografía y dirección artística, premios para lo que fue nominada por la Academia. Un 7.