Y es que a veces las mejores oportunidades no dan el mejor resultado. Rana es atacada brutalmente y violada al abrir la puerta a un extraño que pensaba que era su marido. Este suceso destroza la vida de ambos. Ella se vuelve frágil e inestable y el es incapaz de olvidar una venganza que planea a diario.
Acaban descubriendo quien es el depravado que ha violado a su mujer pero lo que encuentran es a un hombre mayor que trabaja en una panadería. Alguien que no parece tener la suficiente fuerza para cometer un acto tan atroz. Una supuesta persona respetable, padre orgulloso de una hija que esta a punto de casar, marido dedicado a su mujer.
Una persona común pero sin embargo capaz de cometer las mayores perversiones posibles.
Y es que Rana no quiere denunciar a la policía lo ocurrido. No puede liberarse de esa carga porque no quiere ver ultrajado su honor.
Pero Emad no se conforma tan fácilmente. Una vez descubierto, encierra al hombre en su antigua vivienda y lo obliga a confesar. Pero no solo eso, hace llamar a su familia para contarle la verdad.
Y aunque al final les sea imposible a ambos contar lo ocurrido a esa familia destrozada por la salud quebradiza de un padre amoroso; consiguen provocar en el un derrumbe grandioso.
El violador acaba por encontrarse solo y indefenso. Encerrado entre cuatro paredes y humillado.
Tal vez el peso del perdón sea ese nos dice la película. La humillación.


Para nosotros resultara raro este final, esa venganza tan leve para un acto tan deplorable. Mientras veía la película me acordaba de la cinta francesa irreversible. No voy a engañar a nadie, me esperaba sangre al final. Violencia y horror por partes iguales. Pero olvidamos que estamos viendo una película que muestra una cultura distinta.
Una cultura donde la mujer prefiere callar y asumir un perdón que nunca acabara de procesar para que el peso de la moral ajena no la derrumbe.
Una mujer que ve una violación vivida como algo sucio y perverso que manchara para siempre su reputación.
Algo así le pasa al putero. Que ve como su fama de marido y padre respetable se tambalea de repente. Y todo por una puta.


La antigua inquilina que vivía en el edificio. Y es que esa mujer, a la cual nunca llegamos a conocer y que se muda de ese lugar muerta de miedo tambien era alguien.


Podía ser madre, esposa, hermana, amiga.


Es cierto que el film no se centra en la prostitución ni en como algunos depravados ejercen la violencia sin control contra estas mujeres. Solo porque viven en una sociedad donde les han dicho que esta bien hacerlo.
Y es que pese a que el film no lo dice a mi me ha llegado bien el mensaje.


Queda muy interesante introducir la novela de Arthur Miller ''Muerte de un Viajante'' y comparar lo que ocurre en escena con lo que se narra en la realidad.


Genial la escena final en la que la pareja es maquillada. Lo podemos notar en sus rostros. Hay heridas que nunca podrá cubrir el maquillaje. Que permanecen para siempre, viviendo debajo de la piel del que las sufre.