Curioso experimento cinematográfico que narra la vida en tiempo real de un adolescente a lo largo de doce años. En ese tiempo vemos al chico crecer y convertirse en un adulto resumiendo las etapas más destacadas de esos años. No es que se trate de una especie de El show de Truman sino aprovechar el largo período de rodaje para comprobar cómo cambia el muchacho y hacer más creíble y real la vida del personaje que interpreta. Con sus dudas existenciales, sus desamores, los pinitos en el sexo, sus coqueteos con las drogas, la relación con su hermana, su madre, merecidísimo Oscar para Patricia Arquette, y sus distintos padres en especial con el biológico, un estupendo Ethan Hawke.

A lo largo de doce años la familia tiene que mudarse varias veces por motivos diversos, a veces por trabajo otros porque la madre ha encontrado nueva pareja, etcétera. Asistimos también a los típicos problemas de los padres para criar a sus hijos, siempre agobiados por el trabajo, las facturas o la falta de tiempo para ellos mismos. Arquette es una madre joven, inteligente y con inquietudes que le llevan a estudiar en la universidad y convertirse en profesora. Tiene que sacar adelante sola a sus dos hijos pequeños y no ha tenido mucha suerte con los hombres. Estos constantes cambios se reflejan en la conducta de los hijos que a veces se sientes desorientados y confundidos tratando de buscarle lógica a cuanto acontece. Les inquieta saber qué les deparará el futuro. Si la universidad realmente dará respuesta a sus inquietudes. Los padres a su vez sienten como el paso del tiempo les agobia a medida que sus hijos se hacen mayores y abandonan el nido.

Una película real como la vida misma que muestra muchas cosas entre otras y sobre todo la descomposición de la familia y la adolescencia de hoy en día. Y termina dando un buen consejo: Aprovecha el momento, todos los momentos, pues el tiempo pasa volando.