P.T. Anderson (Magnolia, Pozos de Ambición) sorprendió a todo el mundo con esta visión triste y melancólica de la industria del porno a finales de los setenta (basada libremente en la vida de John Holmes) y de como un joven apodado Dirk Diggler ascenderá a la misma velocidad que caerá.

En la primera parte todo es colorido, musical y divertido, a medida que avanza el metraje todo se vuelve oscuro, sombrío, melancólico, el paso del tiempo y la forma de vida, afecta a los personajes mucho más rápido de lo que ellos podrían pensar.

Una obra larga, excesiva tal vez, que nos enseña con fantásticos planos y ritmo elevado (la primera media hora muy de Scorsese) la esencia de cada personaje, primero sus sueños y sus éxitos; segundo sus caídas y su autodestrucción, para terminar dándoles la realidad de sus vidas, que no es otra, que la propia carencia del amor en todos ellos.

Sórdida, triste, dura y sobre todo (seguramente) excesiva, donde tal vez lo que más flojea sea su final. Muy recomendable.