Carlotta Ferrari, Clara Wieck, Pauline Viardot-Garcia, Nadja Boulanger, Maria Felicia García, Johanna Doderer, Jeanine Baganier, Francesca Caccini, Elfrida Andrée, Chiquinha Gonzaga, Vitezslava Kapralova, Emma Steiner, Miss H. A. Beach, Rosalina Abejo, Agustina Mary Holmes... y Nannerl Mozart.

Sólo a los grandes expertos les sonarán ligeramente estos nombres, todos ellos de compositoras, mujeres olvidadas, escondidas tras el anonimato y la incomprensión histórica. Algunas ligadas a compositores varones, como les ocurrió a Fanny Mendelssohn y Maria Anna Walburga Ignatia Mozart (1751–1829), hermana del mayor genio musical de todos los tiempos.

Por todo ello resulta reconfortante encontrarse una película sobre una mujer compositora, amén de que el "morbo" resida en ser la "hermana de..." y además serlo del músico austríaco, cuya vida y obra fascinan por igual a versados y aprendices. Perdonemos este hecho, porque seamos justos, pocos irán a ver una película sobre la hermana Rosalina Abejo. Pero aplaudamos a Féret por adaptar la novela de Rita Charbonnier, que se atrevió a escribir sobre la vida de 'Nannerl', quien chocó contra los prejuicios sociales por ser mujer creadora y contra la brillantez indiscutible de su hermano. Mala suerte.

Personajes históricos reales entre aventuras colmadas de fantasía e invención que no impiden, sin embargo, que el espectador se sumerja en la atmósfera del siglo XVIII. Perfectamente ambientada y con una música e interpretaciones que sostienen un relato quizá orientado en exceso a los más ardorosos mozartianos, feministas o amantes del cine francés.