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Sergio Berbel rating:
8
Romance. Drama Nora and Hae Sung, two childhood friends with a strong connection, were separated when Nora's family, then only 10 years old, emigrated from South Korea to Canada. Many years later, when Nora is working as a playwright in New York, the two meet again, and spend a few days together that will confront them with love, destiny and the choices that make up a life.
Language of the review:
  • es
March 3, 2024
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La ópera prima de Celine Song es una lección magistral de elegancia, contención, creación de planos que reposan y respiran por sí mismos, así como de un esteticismo calmado del bueno. Sin embargo, algo le falta a “Vidas pasadas” para ser una obra maestra, y ese algo es emoción, desgarro, drama. La historia que cuenta es preciosa y cómo la cuenta es pura belleza serena. Pero la horchata en sangre de su guión impide que me emocione hasta las lágrimas y que entre en mi vida por la puerta grande, como pretendía que fuera, sabiendo que se trata de un oportuno cruce entre “Manhattan” de Woody Allen y “In the mood for love” de Wong Kar-wai, algo que la propia cineasta coreana creo que pretende evidenciar expresamente.

El film está contado en tres épocas: hace 24 años, una pareja de niños coreanos se encantan, son íntimos en el colegio y quieren tener su primera cita porque saben que lo podrían ser juntos todo en la vida; 12 años después, cuando él sigue viviendo en Corea y ella está ya afincada en Nueva York abriéndose camino como dramaturga, se reencuentran por Facebook y creen posible sostener una relación a distancia, pero (como ya nos mostrara Carlos Marqués-Marcet en la magistral “10.000 km”) eso es imposible; tras otros 12 años, llega la oportunidad de reencontrarse físicamente al fin en esta ocasión.

Pero “Vidas cruzadas” es algo más, también es una carta de amor embelesado a Nueva York, la ciudad de ciudades, un personaje más en este interesante film que goza de un envoltorio formal mucho más cuidado que el argumental, con algún plano secuencia alrededor del puente de Brooklyn ciertamente antológico.

Y, sin duda, la cinta cuenta para ello con unas espléndidas interpretaciones de Yoo Teo y, sobre todo, de una deslumbrante Greta Lee, que devora todos los planos en los que aparece. Porque ese quizás es el otro gran defecto de la cinta, que está estructuralmente desequilibrada, porque la historia de ella nos importa mucho más que la de él, que no deja de sentirse mero relleno que no aporta lo que debiera a la evolución de los personajes, incluso con la no-presencia de una novia fantasma que desaparece antes de aparecer en pantalla.

Pero todo eso se le puede perdonar por la elegancia que destila la película, bellísimamente fotografiada por Shabier Kirchner y con una intimista y jazzística música de Christopher Bear y Daniel Rossen. Una preciosa y recomendable película, en cualquier caso, hecha con una calma y un gusto exquisito tan impropio de estos tiempos.
Sergio Berbel
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