Si no fuera por la magistral actuación de John Cleese y un par de gags bastante buenos (a destacar la escena del perro en la furgoneta), la película se iría irremediablemente al garete.
Disponemos de u guión forzado, muy poco creíble, de una Jamie Lee Curtis que nos la intentan colar como un sex symbol, y.... nada, además el final está a la altura de las circunstancias, o incluso más bajo aun si cabe.