No se trata, ni de lejos, como aparece clasificada, de cine negro. Creo que Laugthon intentó fundir una historia en verdad terrible con un relato de tono onírico-infantil cuyo mayor inconveniente es su desmedida y contraproducente teatralidad. La mezcla no acaba de fraguar. En ocasiones resulta cómica, casi ridícula. Presenta imágenes impactantes y una hermosa fotografía, pero los personajes son demasiado planos, meros arquetipos que, en un cuento escrito pueden dar mucho juego, pero en la pantalla quedan cojos.

Los niños más parecen pequeños zombies que seres humanos, al igual que el personaje interpetado por Winters. Tampoco es que Mitchum haga la interpretación de su vida, resulta a ratos patético, da la impresión de que en ningún momento se cree su papel. Lo mejor, Gish.

Por otro lado, el desenlace, la reacción del niño es por completo inverosímil. Una película interesante, sin duda, pero también sobrevalorada. Un grandísimo actor como Laughton no tiene por qué estar a la misma altura como director.

Otra de culto.