Después de esta película, ya nadie puede tener duda de que la alianza de civilizaciones viene de muy atrás. Están todos: blancos, negros, amarillos y cuantos mestizajes intermedios se nos ocurran. Si hasta hay un negro albino. Y no veas cómo corren, los cabrones, que se van del mundo glaciar a la selva tropical y al desierto africano en una misma tarde. Eso sí son cambios climáticos. Echo en falta a Bob Marley, aunque salen todos los Wailers, con unas greñas rastafari que quitan el sentío. Bueno, a lo mejor me estoy confundiendo y sólo son grunges. O quizá sea cine étnico, de gran penetración antropológica y con un toque aventurero, ambientada en el paleolítico. Y que lo sepáis, la revolución no fue en el neolítico, sino en el paleolítico guay: ya existen jinetes, armas de metal, barcos de vela, pirámides con piramidión y todo, y la pera limonera. Y la bisnieta de Elisabeth Taylor.

El asesoramiento histórico no tiene precio, pero al fin y al cabo se trata de una película de aventuras, no de un documental de la BBC. El problema es que tampoco puede decirse que la acción sea trepidante. Alguna secuencia llamativa, como la caza de los mamuts, bonitos paisajes y poco más. Es de Roland Emmerich, tampoco se podía esperar gran cosa. Yo creo que se leyó un par de obras de Graham Hancock y se fumó los petas que les faltan a la tribu de los rastas, y le salió esto. Es pa los niños.