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OsitoF rating:
5
6.6
1,451
Drama
Starr Carter is constantly switching between two worlds: the poor, mostly black, neighborhood where she lives and the rich, mostly white, prep school she attends. The uneasy balance between these worlds is shattered when Starr witnesses the fatal shooting of her childhood best friend Khalil at the hands of a police officer. Now, facing pressures from all sides of the community, Starr must find her voice and stand up for what's right.
Language of the review:
- es
December 9, 2022
4 of 4 users found this review helpful
De las muchas películas que han abordado recientemente los conflictos raciales en EEUU, “El odio que das” es (de las que he visto) la que ha intentado hacerlo con mayor seriedad y amplitud de miras. No voy a decir con neutralidad pero sí, por lo menos, considerando que hay diversos puntos de vista y dando voz a todos ellos. Naturalmente, hay sesgo, porque no todos esos puntos de vista reciben el mismo tratamiento ni el mismo minutaje, pero al menos están.
De entrada, la película está bien planteada. No se limita a soltar ideas y mensajes, sino que todas las opiniones y perspectivas se van añadiendo a la trama de manera natural, eligiendo inteligentemente como maestra de ceremonias a una chica de color que vive con su familia en un barrio chungo, pero va a un colegio de blancos en la zona bien. Tenemos así un narrador en permanente conflicto entre su realidad familiar y su realidad social, con una familia también aporta un poco de todo: el padre es un pandillero reinsertado, el tío un policía y su medio hermando tiene a un narco como padrastro. Ah, el novio es un Chad blanco y hiphopero y las amigas son aliadas racializadas (blancas que sienten como propias el Black Lives Matter y comen pollo frito). Así escrito, la cosa suena un tanto oportunista y artificial, pero la verdad es que funciona y, sin grandes esfuerzos, nos podemos ubicar en el complejo universo de la chica (Starr) y aceptar sus premisas con una introducción bastante verosímil del escenario en el que se van a desarrollar los conflictos.
Unos conflictos que empiezan con un suceso elegido también con muy buen ojo para encontrar todo tipo de matices: una leve infracción de tráfico de la chica y un amigo especial es atendida con un notorio exceso de fuerza por un policía blanco y termina con la muerte del amigo en medio de un confuso tiroteo nocturno. A partir de aquí, la historia cuenta el viaje de iniciación de Starr desde una ciudadana que cree en la Justicia hasta su radicalización al constatar que la Ley tiene dobles, triples y hasta cuádruples raseros. Por el camino, constata que muchos de sus amigos blancos sólo posturean al decir que entienden el racismo, que la policía trata de hacer su trabajo lo mejor posible y que en la comunidad afroamericana hay oportunistas y criminales como en todas partes.
Un barniz de aparente objetividad parece recubrir las tramas, pero el sesgo va aflorando poco a poco. Sutil, pero omnipresente. Sí, hay gente tóxica en todas partes y en todas las razas, pero en algunas más que otras. En todo momento, la pregunta que sobrevuela la película es «¿te has parado a pensar si eres racista». Es una gran pregunta y la película aporta nuevas ópticas con las que enfocar determinados acontecimientos que, realmente, dan que pensar. Lo malo es que “El odio que das” hace la pregunta, pero la responde por nosotros y no acepta un no por respuesta. Lentamente, se van revelando nuevos datos sobre las tramas, todos en línea con la conclusión de que hay un racismo estructural en la sociedad que parecen dar nuevas oportunidades al espectador para replantear su respuesta «¿Seguro que no eres racista? Has teniendo tal o cual cosa en cuenta, piensalo bien, anda…». Al final, la película da la razón a aquello contra lo que dice luchar, la propia protagonista le echa en cara a su novio, cuando este le dice que él la ve a ella como persona, no como blanca o negra, que «si no ves mi color, es que mi color es un problema». Joder, yo pensaba que racismo era discriminación por raza, pero parece que no, no basta con eso.
De pronto, lo que empezó siendo un debate abierto de múltiples matices, donde creo que muchas opiniones son perfectamente válidas porque así lo establece LA PROPIA PELÍCULA (ver SPOILER), termina siendo una cuestión a responder con simple y directo: sí, soy racista. Y lo peor es que lo hace con un final tan hortera como metafórico que termina por estrellar una película que perdió los frenos pasada la mitad del metraje, con soflamas y mensajes ideológicos a calzón quitado y se queda en cincuenta por ciento interesante y cincuenta por ciento tendenciosa.
De entrada, la película está bien planteada. No se limita a soltar ideas y mensajes, sino que todas las opiniones y perspectivas se van añadiendo a la trama de manera natural, eligiendo inteligentemente como maestra de ceremonias a una chica de color que vive con su familia en un barrio chungo, pero va a un colegio de blancos en la zona bien. Tenemos así un narrador en permanente conflicto entre su realidad familiar y su realidad social, con una familia también aporta un poco de todo: el padre es un pandillero reinsertado, el tío un policía y su medio hermando tiene a un narco como padrastro. Ah, el novio es un Chad blanco y hiphopero y las amigas son aliadas racializadas (blancas que sienten como propias el Black Lives Matter y comen pollo frito). Así escrito, la cosa suena un tanto oportunista y artificial, pero la verdad es que funciona y, sin grandes esfuerzos, nos podemos ubicar en el complejo universo de la chica (Starr) y aceptar sus premisas con una introducción bastante verosímil del escenario en el que se van a desarrollar los conflictos.
Unos conflictos que empiezan con un suceso elegido también con muy buen ojo para encontrar todo tipo de matices: una leve infracción de tráfico de la chica y un amigo especial es atendida con un notorio exceso de fuerza por un policía blanco y termina con la muerte del amigo en medio de un confuso tiroteo nocturno. A partir de aquí, la historia cuenta el viaje de iniciación de Starr desde una ciudadana que cree en la Justicia hasta su radicalización al constatar que la Ley tiene dobles, triples y hasta cuádruples raseros. Por el camino, constata que muchos de sus amigos blancos sólo posturean al decir que entienden el racismo, que la policía trata de hacer su trabajo lo mejor posible y que en la comunidad afroamericana hay oportunistas y criminales como en todas partes.
Un barniz de aparente objetividad parece recubrir las tramas, pero el sesgo va aflorando poco a poco. Sutil, pero omnipresente. Sí, hay gente tóxica en todas partes y en todas las razas, pero en algunas más que otras. En todo momento, la pregunta que sobrevuela la película es «¿te has parado a pensar si eres racista». Es una gran pregunta y la película aporta nuevas ópticas con las que enfocar determinados acontecimientos que, realmente, dan que pensar. Lo malo es que “El odio que das” hace la pregunta, pero la responde por nosotros y no acepta un no por respuesta. Lentamente, se van revelando nuevos datos sobre las tramas, todos en línea con la conclusión de que hay un racismo estructural en la sociedad que parecen dar nuevas oportunidades al espectador para replantear su respuesta «¿Seguro que no eres racista? Has teniendo tal o cual cosa en cuenta, piensalo bien, anda…». Al final, la película da la razón a aquello contra lo que dice luchar, la propia protagonista le echa en cara a su novio, cuando este le dice que él la ve a ella como persona, no como blanca o negra, que «si no ves mi color, es que mi color es un problema». Joder, yo pensaba que racismo era discriminación por raza, pero parece que no, no basta con eso.
De pronto, lo que empezó siendo un debate abierto de múltiples matices, donde creo que muchas opiniones son perfectamente válidas porque así lo establece LA PROPIA PELÍCULA (ver SPOILER), termina siendo una cuestión a responder con simple y directo: sí, soy racista. Y lo peor es que lo hace con un final tan hortera como metafórico que termina por estrellar una película que perdió los frenos pasada la mitad del metraje, con soflamas y mensajes ideológicos a calzón quitado y se queda en cincuenta por ciento interesante y cincuenta por ciento tendenciosa.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
SPOILER: El eje de la película, sobre el que está montado todo el entramado de cuya interpretación depende que te tengas que considerar racista o no, consiste en lo siguiente: Starr y su pareja (Kamil?), un trapicheador de poca monta y por lo que sabemos, buen corazón, salen corriendo de una fiesta afroamericana que se ha desmadrado y acabado a tiros. Se paran en un arcén a intimar y arrancan de vuelta a casa. No señalizan la maniobra y son detenidos por un policía blanco. El comportamiento del policía muestra la inseguridad e inexperiencia propia del que acaba de salir de la Academia, lo que se contradice con lo que se sabrá más adelante, de que tenía nada menos que cuatro años de experiencia. En todo caso, su comportamiento es grosero y abusivo, encañonando y tratando a la pareja directamente como sospechosa sin más hechos que no poner el intermitente y los disparos reportados de la fiesta. El comportamieto de Starr es prudente, como le enseñó su padre, pero el de Kamil es chulesco e irreflexivo («tengo mis derechos», «ya te vale») hasta la estupidez: decide atusarse el pelo cogiendo un peine del asiento mientras estaba en posición de detención, lo que provoca los disparos del agente al confundir el peine con un arma.
La gran pregunta es ¿murió Kamil por racista? Pues yo creo que la película es valiente al plantear un escenario tan complejo. Obviamente la detención es ilegal. ¿Racista? Pues sin saber que Starr es una buena chica y Kamil un simple descerebrado, no es fácil determinar que el policía no pecó de prudente más que de racista. Naturalmente, siempre se puede decir que no habría actuado así con Chad y Steisy, capitán del equipo de rugby y la jefa de animadoras, pero habría que ver las estadísticas de criminalidad en la zona y cuántos registros inocentes acabaron en resistencia a la policía a tiros. Y en la raza de los protagonistas.
Pero, en todo caso, aun asumiendo que el agente actuó movido por racismo, para incordiar e intimidar a un par de negros... es incuestionable que vio al sospechoso coger un objeto de tamaño y forma similares a un arma. ¿Habría dado una oportunidad el policía a Chad en lugar de disparar sin más? Pues a saber. La película, convenientemente, pone la respuesta en boca del tío poli de Starr: "no, yo no habría disparado a Chad, le habría dicho alto y esas cosas". Pero ya es mucho suponer. Para mí, lo que mató a Kamil fue la inconsciencia de no saber en qué mundo vive. Ah y no, no estoy de acuerdo con la absolución del agente. No creo que fuera un crimen, pero es innegable que hubo una imperdonable negligencia... aunque por supuesto, al argumento le conviene más una sentencia con connotaciones racistas.
La gran pregunta es ¿murió Kamil por racista? Pues yo creo que la película es valiente al plantear un escenario tan complejo. Obviamente la detención es ilegal. ¿Racista? Pues sin saber que Starr es una buena chica y Kamil un simple descerebrado, no es fácil determinar que el policía no pecó de prudente más que de racista. Naturalmente, siempre se puede decir que no habría actuado así con Chad y Steisy, capitán del equipo de rugby y la jefa de animadoras, pero habría que ver las estadísticas de criminalidad en la zona y cuántos registros inocentes acabaron en resistencia a la policía a tiros. Y en la raza de los protagonistas.
Pero, en todo caso, aun asumiendo que el agente actuó movido por racismo, para incordiar e intimidar a un par de negros... es incuestionable que vio al sospechoso coger un objeto de tamaño y forma similares a un arma. ¿Habría dado una oportunidad el policía a Chad en lugar de disparar sin más? Pues a saber. La película, convenientemente, pone la respuesta en boca del tío poli de Starr: "no, yo no habría disparado a Chad, le habría dicho alto y esas cosas". Pero ya es mucho suponer. Para mí, lo que mató a Kamil fue la inconsciencia de no saber en qué mundo vive. Ah y no, no estoy de acuerdo con la absolución del agente. No creo que fuera un crimen, pero es innegable que hubo una imperdonable negligencia... aunque por supuesto, al argumento le conviene más una sentencia con connotaciones racistas.