Hay quien compara esta modesta ópera prima con Hitchcock. Pues vaya... Debí perderme algo. Tal como yo lo veo, es la historia de un tipo con serios problemas mentales, que empieza con una mentira mayúscula y, para ocultarla, se va enredando en una serie de trolas a cual peor, hasta desembocar en el asesinato y la pérdida de todo cuanto había atesorado. Se trata de un personaje de lo más irritante, por cuanto se aprovecha de la buena fe de quienes le rodean para fabricarse una existencia absolutamente artificial, una farsa mantenida engaño a engaño. Resulta difícil simpatizar con dicho individuo, y mucho menos empatizar. La labor del debutante Yann Gozlan es correcta y contiene ideas interesantes, que parecen remitir a los psicóticos de Patricia Highsmith. Se ha hablado de la labor interpretativa de Pierre Niney en términos elogiosos, pero yo me quedo sin dudarlo con la maravillosa Ana Girardot, que sostiene sus escenas con esos ojos líquidos y una expresión de dulzura que llegan a lo más hondo. Señalar también la excelente intervención de André Marcon, en un breve papel con el que se come a Niney en sus escenas juntos. En cualquier caso, se le puede echar un vistazo.