Kaiser ha dicho en su crítica que “no, no acaba de funcionar”, y estoy totalmente de acuerdo con él. Quizá porque fue rodada en tiempos de pandemia o por desacierto del director, pero, aunque el guion promete en principio, parece mal desarrollado y peor acabado, en resumen, no convence.

Cuenta con unos actores de mucho prestigio, si bien Denzel Washington lleva tiempo representando el mismo personaje, acabado con experiencia, adusto e indolente, retirado pero muy activo, entradito en carnes, aunque ahí está el saber hacer de un buen actor negro.

Sin embargo, yo destacaría el trabajo de Jared Leto, no muy extenso pero magistral, quizá también el personaje anzuelo al que sigue la trama y el más enigmático, con una excelente interpretación que roba muchas escenas a Washington pero, sobre todo, a Malek. Rami Malek, otro joven y grandísimo actor está aquí, digamos que regular, en unas escenas muy ojeroso y en otras (gracias a Dios), con un aspecto muy mejorado. Uno recuerda aquella serie de guiones caóticos de Robot, interpretando a un experto analista de software enganchado a las drogas, y se pregunta si la realidad y la ficción se confunden en este hombre. Se debería cuidar, con permiso de Bond, James Bond (estamos con ganas de verlos).

Al final te quedas preguntándote qué te has perdido, qué pequeños detalles has pasado por alto, para convencerte de que todos esos pequeños detalles existentes o imaginarios son trampas al espectador, juegos intencionados que no pueden ocultar la verdadera intrahistoria, ésa donde muchas veces somos víctimas de nuestras propias obsesiones y ambiciones. Relajémonos un poco, que son tiempos duros ya de por sí.