Agora representa en nuestro tiempo lo que en los tiempos de Agora representaba el cristianismo, es decir, la pujanza de "la nueva fe"; en nuestro caso, la pujanza del "neopaganismo", cuyo máximo exponente en el Sr. Zapatero y la Sra. Maria Teresa Fernandez de la Vega (dejo a Pajín el papel de monaguillo). La película, teniendo el rigor histórico de los comics de Mortadelo y Filemón, resulta a veces hasta cómica, por el patético maniqueísmo que la impregna - hay cristianos que son de traca - , comicidad que no tendría mayor trascendencia si no fuera por el colosal (por presupuesto) ejercicio de manipulación al que somete al espectador, desde el principio hasta el final. Subvención progre incluida. Obviamente, si la película fuera una obra maestra, uno podría pasar por alto este tema (ahí tenemos a la inigualada Gladiator o a la impresionante serie Roma). El problema de fondo de Agora es que es una película carente de un mínimo guión estructurado o con sentido, unas actuaciones - empezando por la Weisz que va de frígida total - de cine amateur, que no engancha por nada porque todo es absurdo dentro de lo previsible, que es inconexa, que es lo más aburrido que nos ha dado a luz el Sr. Amenabar... cuya genialidad en esta cinta es haber pasado a los cristianos al Lado Oscuro de la Fuerza. De todos modos, hay algo positivo: está bastante bien ambientada, hace una buena recreación de la Alejandría de la época.
Spoiler:
Cuando en mi época tardoadolescente sociata leía la historia de la Antigüedad - siempre me produjo fascinación la civilización romana -, obviamente pasaron por mis lecturas varias referencias a Hipatia de Alejandría. Lo triste de esta película (que demuestra la maldad ideológica del que la firma) es que Hipatia no murió por razones religiosas, sino políticas. Hipatia fue ante todo una consejera política - de Orestes, prefecto oficialista, dependiente de Constantinopla -, y en un tiempo de luchas permanentes entre cristianos, paganos y judíos, que reflejaban directamente el resquebrajamiento del Imperio entre Occidente y Oriente, Hipatia pagó por pertenecer a un bando (y por cierto, no se le practicó la eutanasia antes de la lapidación, como en la película - esto es algo obsesivo en el Sr. Amenabar).
Utilizar la figura de Hipatia para hacer un ataque tan burdo y deleznable al cristianismo (que gracias al cristianismo el Sr. Amenabar puede proclamar ahora su neopaganismo) es un ultraje para todos los que amamos la ciencia, la filosofía y el ser humano como ser que trasciende lo terrenal. Hipatia convivió con cristianos durante mucho años. Hipatia enseñó a cristianos durante mucho tiempo. Muchos cristianos la adoraban. Desplegar esta gran falacia en la gran pantalla - ya que haya tantas almas crédulas que se dejen engañar tan fácilmente - no me hace más que vomitar sobre este individuo, el Sr. Amenabar y sus acólitos neopaganos. Y me declaro agnóstico (desgraciadamente, no tengo la virtud de la fe).