Había transcurrido una década desde “El silencio de los corderos”. Fueron unos años plagados de asesinos en serie, con todos los “modus operandi” y con todas las variedades posibles.
Con ese contexto cinematográfico, “Insomnio” podría haber sido una más del montón. Porque, admitámoslo, este asesino parece un angelito comparado con Hannibal Lecter o el de “Seven”. No mata de ninguna forma especialmente macabra ni monta un puzzle para la policía demasiado espectacular.
Pero eso no importa porque todo lo demás es muy bueno en este film. Desde la fotografía de Alaska y de ese pueblo (jugando a la perfección con la luz de un día eterno), hasta el desarrollo de los personajes, especialmente del protagonista.
Al Pacino hace honor a su prestigio, con un personaje lleno de fantasmas y una permanente incapacidad para dormir durante los días en que transcurre su trabajo. Su expresividad para mostrar el sueño creciente que tiene, es absolutamente espectacular.
¿Y qué decir de su antagonista Robin Williams?. No es frecuente ver al de “Jumanji” en un papel así, y es una gozada verle actuar.
Christopher Nolan, en esta la que es claramente su obra menos compleja, construye una historia sencilla y fácil de seguir, pero al mismo tiempo muy absorbente e interesante.
Me gusta mucho la ambientación. El pueblo es idílico y precioso, pero también puede ser un lugar opresivo, donde el mal acecha y el ritmo solar puede volver loco a cualquiera. ¿Es que no tienen persianas en ese hotel?
El duelo entre policía y asesino, la investigación y el buen hacer del director y reparto, todo ese conjunto es un resultado muy notable y que recomendaría a todo el mundo.
Desde luego, aunque al principio lo parezca, no es una película más de asesinos psicópatas. Es de Christopher Nolan.