Un maravilloso film de comedia romántica onírica, muy fresca, que con un montaje y edición impecables, además de una fotografía genial como evocadora, que a pesar de su ritmo suave a lo largo de toda la cinta, introduce al espectador lentamente en un viaje a un pasado parisino anhelado por el protagonista, un escritor americano, interpretado por Owen Wilson, en un viaje con su novia y su familia a la capital francesa.

Una película con alta carga de nostalgia del director Allen por Europa y París en particular, a través de un también nostálgico protagonista por la década de los veinte parisinos, para él la edad de oro de Francia.

Se suceden encuentros de ensueño del escritor con antiguas glorias mundiales de la pintura, la música, el cine y la literatura como Picasso, Dali, Hemingway, Cole Porter, Buñuel, Gauguin, Degas o Toulouse-Lautrec entre otros a raíz de viajes en el tiempo en un Peugot clásico de los años veinte al sonar las campanas de medianoche.

Desarrollan la trama un personaje protagonista soñador, escritor algo frustrado, romántico, bohemio a la par de ser sencillo en su personalidad, se contrapone a una novia plástica, algo vacía y al amigo pedante y sabelotodo que subestiman al escritor, su personalidad y su trabajo.

El fin es como una especie de autoretrato del veterano y prolífico director Newyorkino a través del protagonista, que incluso en ocasiones emula el estilo de actuación y personalidad inquieta de Allen, un reflejo de la nostalgia de éste por el mundo europeo.