Medida producción que destaca por su aspecto clásico, como si hubiera sido sacada de los años 50 ó 60. Y no lo digo para mal. Es un ejemplo eficaz de que aún hay autores que pueden mirar al pasado hacer películas con ese toque que en la actualidad es muy difícil de ver, porque conserva el tono y no es exagerada en la propuesta, persiguiendo una línea fija y sin estridencias. El director Lee Toland Krieger (Las Escalofriantes Aventuras de Sabrina), más acostumbrado a las series, compone una historia entretenida que si no se ahonda en sus evidentes errores, queda como una película meritoria y con buenas intenciones, además de bien rodada y con un evidente gusto por el clasicismo que se ve a raudales. Además, la historia es llevadera, a pesar de ser tramposa, y no empalaga como otras cintas del género.

Culpable de esto, en parte, es el buen hacer de Blake Lively (Infierno Azul), que compone un personaje natural y atemporal, bien construido en la personificación de la protagonista de la producción. Ese encanto provoca que la película sea de por sí atractiva, pero también la bondad del guión provoca que la cinta se vea con facilidad y el espectador se mantenga entretenido ante lo que ve. Junto a ella encontramos a Michiel Huisman (Juego de Tronos) y a los veteranos Ellen Burstyn (El Exorcista) y un acertado Harrison Ford (Único Testigo) en un papel ideal y vital en el desarrollo de la trama. En general unas interpretaciones de corte clásico, sin estridencias y con buen tono a la hora de dar forma a una película blanca, sin ningún tipo de maldad, que narra su historia de manera natural y evitando cualquier tipo de confrontación con el devenir de la trama.

Hay mirar más detenidamente en los problemas que ocasiona esa especie de maldición de la protagonista a la hora de ejecutar el guión, pero es evidente que los escritores no quisieron complicarse la vida para hacer la historia más enrevesada y decidieron ir por delante con lo más benévolo de la trama y seguir contando con la magia del momento, obviando, claro está, conflictos que ya se disciernen desde un principio.