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Poland Poland · Galitzia
Valkiria rating:
10
Comedy. Romance. Drama C.C. Baxter (Jack Lemmon) is an office clerk who curries favor with the executives in his office by giving them the key to his small apartment for the odd afternoon dalliance. Among them is his callous boss, J.D. Sheldrake (Fred MacMurray), who Baxter eventually learns is using his place to sleep with Miss Kubelik (Shirley MacLaine), the sweet elevator operator the clerk has loved from afar. When Sheldrake coldly dumps the vulnerable ... [+]
Language of the review:
  • es
July 10, 2009
75 of 84 users found this review helpful
La que promete ser otra de las desternillantes comedias de Wilder: (“Buenas noches señor Baxter, ¡Qué tiempo tan malo! La culpa es de esas porquerías que hacen en Cabo Cañaveral”), nos sorprende con la tristona salida a escena de un abatido agente de seguros, Lemmon, constipado, chantajeado y a ratos sin techo en las frías noches newyorkinas y una desolada ascensorista, Shirley MacLaine, con preciosos guantes que apenas sonríe dos o tres veces en toda la historia:

- a Lemmon jugando a las cartas,
- a la vieja vida que despide con el Año Nuevo mientras suena el “Auld Lang Syne”
- y a la nueva que recibe y hacia la que corre con pasión, en una de las escenas más bellas del cine que servidora recuerde.

El Apartamento... dos personajes atrapados en la monotonía, que se cruzan cada anodina mañana en un amargo, irónico e incisivo drama que apenas provocará alguna carcajada; si acaso sonrisas decaídas. La hilaridad la ofrece el médico vecino de Lemmon y el propio Lemmon, canturreando y escurriendo los espagueti con albóndigas valiéndose de la malla de una raqueta de ténis. Genialidades de Wilder.

La ambientación de la historia, en ese apartamento confortable pero apagado, acompaña melancólicamente la vida de este par de infelices. La melodía del saxo taciturno, abundará todavía más en sus penas (y en las del espectador).

Pero las cartas no están todavía echadas, ni por la cuadrilla de indeseables jefazos de la compañía de seguros donde putean a Lemmon, ni por el desalmado empresario-amante de Shirley, que embauca a una chica dolida que se dice a sí misma: “llevo el espejo de mano roto porque así es como me veo”. A lo que Lemmon responde: "aunque viva entre ocho millones de personas estoy sólo; únicamente te encontré cuando vi tus huellas marcadas sobre la arena".

Lemmon y Shirley, se guardan cada uno su as en la manga. Y al final, este triste par de perdedores, cortan y reparten la baraja ganando la partida.

Enternecedor Lemmon, dulcísima Shirley, disparatado Wilder. Maravillosa película.
Valkiria
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